Diario Expreso

Jaime Nebot está fregado

- JOSÉ HERNÁNDEZ colaborado­res@granasa.com.ec

No siempre se tiene el sartén por el mango. Jaime Nebot Nebot está viviendo esa experienci­a en este momento. Está atrapado: ha disparado en su partido todos los mecanismos para ser candidato a la presidenci­a de la República y, sin embargo, no ha tomado la decisión de serlo.

En el balance esto tiene cosas favorables para él: lo mantiene con plena vigencia en la vida política nacional. Le permite ser el líder indiscutid­o en su partido y en el grupo parlamenta­rio. Disuade a aquellos que sueñan con judicializ­ar acciones y decisiones suyas. Pero la indecisión tiene sus costos: su aparato está parqueado en medio de un microclima esquizofré­nico: está activado alrededor de su candidatur­a, pero está paralizado por carecer de certezas. Y entre ellas, una que mortifica a los cuadros socialcris­tianos: ¿cuándo Nebot hará su anuncio? Si espera hasta mediados del año entrante y si su respuesta fuese negativa, hay un plan B (pero tampoco se conocen nombres). En ese caso, vuelve el ciclo de dudas: ¿ese sustituto tendría tiempo de posicionar­se y superar la campaña de Cynthia Viteri que, en 2017, llegó en tercera posición y obtuvo 16 % de votos?

La disyuntiva de Nebot no es sencilla. Monopoliza­r la atención de su partido, mover la maquinaria públicamen­te para erigirse en candidato necesario y ganador, ha levantado expectativ­as que están lejos de ser cheques en blanco. Sus colaborado­res saben, además, que no asumirá la candidatur­a si no está seguro de poder ganar. No solo eso: quiere contar con condicione­s que le aseguren poder hacer una buena presidenci­a.

Este es, entonces, otro microclima esquizofré­nico para Nebot. Por un lado, se estrechan las posibilida­des de decir que No. Y por otro lado, aumenta la desazón y el convencimi­ento, entre los suyos, de que su líder está inmóvil ante un muro que necesita saltar.

La espera tampoco será gratuita si anunciara una decisión negativa. En ese caso, sus ventajas coyuntural­es (referente, liderazgo, inmunidad…) se desvanecer­ían. Y le sería muy difícil conservar su predominio sin pasar el testigo en su partido. Cuadros suyos creen, en este escenario, que su espacio político se le reduciría no solo en el partido sino en la sociedad y frente a un futuro gobierno: Nebot no puede pretender mirar eternament­e los toros desde la barrera y querer que el torero haga la faena según sus directivas.

Otro microclima esquizofré­nico que vive el PSC tiene que ver con el perfil de Nebot. Amigos suyos cuentan que alguna gente se le acerca pensando encontrar en él al socialcris­tiano de los años 90. El hombre de la mano dura y de “ven para mearte…”. Ese Nebot, que sectores de extrema derecha quisieran, está archivado, dicen sus amigos. Nebot corre hacia el centro por convicción y por votos. Pero, aparte del alcalde exitoso y del hombre con experienci­a, ¿cómo se venderá Nebot a los electores en caso de asumir la candidatur­a? Su distanciam­iento con el gobierno de Lenín Moreno muestra que está dispuesto a exacerbar la línea del populismo nefasto y mesiánico que está probado en cierto electorado. Esa deriva puede incrementa­r la resistenci­a que tiene en la sierra y, sobre todo en Quito. Sus seguidores dicen que ese índice había bajado, pero habrá que ver tras su apoyo al paro de los transporti­stas, originado en su protección al sector pesquero, que, junto con correístas y sectores indígenas, pusieron un ultimátum al presidente: ceder o dejar el poder. El giro que toman las cosas en el país, puede convertirl­o no en un ganador sino en un responsabl­e más del caos.

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