La crisis llega a su fin y los políticos quedan en deuda
El regreso de Lenín Moreno a la capital marca el principio del fin de la crisis ❚ Una vez más, la sociedad civil demostró ser más efectiva que los políticos
¿Qué dicen los políticos cuando la calle habla? Seis días de conmoción interna y violencia incontrolada en las principales ciudades y carreteras del país dejan un mal sabor de boca. El retorno del presidente y su gobierno a la capital de la República parece marcar el principio del fin de una crisis que amenazó con devolver al país a tiempos peores, tiempos de inestabilidad democrática y de incertidumbre. La pretensión de Rafael Correa de tumbar al gobierno de Lenín Moreno para convocar elecciones anticipadas (elecciones en las que él aspiraba a competir como candidato) parece diluirse. Se abre una ventana para el diálogo. Pero fue necesario que la amenaza se sintiera muy cercana para que los políticos reaccionaran.
La imagen de un puñado de ciudadanos (no más de quinientos) autoconvocados el día martes para defender la democracia en el tradicional espacio de la avenida de los Shyris, en Quito, es un enternecedor termómetro de la indefensión en la que cayó la democracia ante los intentos de desestabilización de los agitadores correístas que lograron, una vez más, secuestrar la capacidad de movilización de las organizaciones sociales y pusieron al Gobierno contra las cuerdas.
A ese Gobierno acorralado por los golpistas, los políticos le dieron la espalda. Durante los últimos veinte años no ha habido un solo líder de opinión en este país, y eso incluye a los políticos, que no coincidiera en la necesidad de eliminar el subsidio a las gasolinas por considerarlo injusto e ineficiente. Sin embargo, cuando esa decisión irremediablemente impopular finalmente se tomó, nadie quiso asumir responsabilidades y comprometerse con las consecuencias. Empezando por los alcaldes más importantes del país: Cynthia Viteri de Guayaquil y Jorge Yunda de Quito. Municipios que durante años lucharon por ampliar sus competencias, decidieron renunciar a una de las más importantes (la de tránsito, que conlleva fijar las tarifas del transporte público) para no ensuciarse las manos.
Primero fue Cynthia Viteri, con su famosa declaración de la serpiente escondida en el canasto de manzanas. Luego, Yunda, con su estrategia de patear la pelota para adelante y postergar decisiones. En dos ocasiones suspendió la reunión del Concejo Municipal que habría de resolver el incremento de tarifas. Finalmente lo hizo ayer, sin sesión de por medio y atribuyendo la decisión al Gobierno. Yunda incumplió todos sus deberes: en una ciudad sitiada por los violentos que saqueaban, incendiaban instalaciones policiales y municipales, impedían el tránsito por las calles a palazo limpio, él plegó al paro. Durante dos días Quito no tuvo transporte municipal (trole y ecovía) ni recolección de basura. También los sindicatos de los mercados anunciaron la paralización de ese servicio municipal con la intención (lo dijeron expresamente) de desabastecer la ciudad. Y él no dijo una palabra. Se limitó a denunciar ante la Fiscalía a los causantes de daños en el patrimonio. Y declaró en la radio su desacuerdo con las medidas del Gobierno.
Mientras tanto, en la Asamblea, el epicentro de la política nacional, reinaba un ensordecedor silencio. El martes, cuando los manifestantes se tomaron la sede legislativa por asalto e ingresaron hasta el salón del Pleno, donde no se ha movido una pluma desde el pasado 3 de octubre, en realidad no se tomaron nada. Lo último que ocurrió ahí, el viernes de la semana pasada, fue la descabellada petición del bloque correísta para instalar una sesión extraordinaria con el propósito de destituir al presidente de la República. El lunes se anunció una reunión de jefes de bancada y no se dio. El martes el presidente César Litardo dijo que estaba buscando un lugar más seguro para sesionar y no ocurrió. Mientras el golpe de Estado prosperaba, él seguía reclamando al Ejecutivo por no haber enviado el texto de las reformas legales incluidas en las medidas económicas. Finalmente, lo único que hizo la Asamblea esta semana es lo que hizo Yunda: poner una denuncia por los daños que los manifestantes causaron a sus instalaciones.
Si esta crisis se supera será por los esfuerzos de la sociedad civil, no de los políticos. La mediación propuesta por las universidades y la Iglesia. Las manifestaciones espontáneas de ciudadanos en Quito y Guayaquil. La intervención de la Junta Cívica de Quito. Fue eso lo que forzó a los actores políticos a abrir una ventana para el diálogo. La crisis de octubre de 2019 será recordada por la cómplice inacción de los políticos.
Una toma simbólica de nada
Los indígenas que el martes pasado lograron burlar el cerco policial y entrar hasta el salón plenario de la Asamblea Nacional regresarán a sus comunidades con una gran historia que contar a sus hijos y nietos. La verdad es que no tomaron nada más que un salón abandonado.
EL DETALLE
En vivo. EXPRESO realizó ayer un enlace en vivo en Facebook con la asambleísta Cristina Reyes y el consultor Jorge León para analizar la situación del país.