FMI, Gobierno y protestas
En los países que han llegado a acuerdos con el FMI se han producido protestas sociales y graves desórdenes como consecuencia de los ajustes que impone esta dogmática institución para que los Estados con problemas financieros se beneficien de sus facilidades crediticias. Recordemos en la región lo que sucede en Argentina de Macri y Haití; y a nivel mundial, lo acaecido en los países de la Primavera Árabe, en particular Egipto o Grecia. En 1945 el FMI se planteó objetivos fundacionales: fomentar la cooperación monetaria global, asegurar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover el empleo y crecimiento económico sostenible, y reducir la pobreza. Pero el Consenso de Washington en la década del 80 provocó un cambio que lo convirtió, en resumen, en el cobrador de las acreencias de las grandes potencias y transnacionales. El 1 de marzo de este año el gobierno de Moreno suscribió con el FMI una carta de intención basada en su propuesta del Plan de la Prosperidad. Según Memorando MEF-SFP-2019-0036, de 8 de marzo, el subsecretario de Financiamiento Público, Gonzalo Maldonado Albán informa al ministro Martínez que el Programa de Preservación de Capital, meollo del acuerdo, está enfocado en “… precautelar el capital del Estado a través de la capacidad financiera de pagos de sus obligaciones ante las graves consecuencias que podría tener el no cumplimiento de las mismas, principalmente de las correspondientes a amortizaciones de la deuda pública y otros pasivos no corrientes laudos arbitrales. El no cumplimiento del pago de amortizaciones de la deuda pública supondría un ‘default’ de la República, la percepción de riesgo de los mercados internacionales y consecuentemente las posibilidades y condiciones de acceso a nuevos financiamientos” (pág. 8). El errático procedimiento gubernamental en la negociación de imposiciones del FMI y la ausencia de diálogo social provocan un ajuste dolorosísimo con el levantamiento de subsidios de los combustibles sin un plan de compensaciones, inmediato y tangible, que reduzca desigualdades e inequidades en la cotidianidad de la población.