Herencia perversa
Los últimos acontecimientos registrados en el país desnudaron una serie de falencias con respecto a las labores de inteligencia que se pudieron haber realizado para prevenir el caos. El grupo que debía hacer este trabajo fue desmantelado por el régimen anterior para centralizarlo en otra agencia gubernamental implicada en denuncias de espionaje contra políticos y ciudadanos. Aquella herencia perversa significó cuantiosas pérdidas, así como también una sensación de indefensión ante grupos violentos que se tomaron sectores estratégicos para lograr sus fines. Lo que sucedió en estos días fue tan grave que incluso se atentó contra instituciones públicas y privadas que registraron pérdidas millonarias. Mientras los policías intentaban repeler las marchas y enfrentar los saqueos, bandas organizadas llegaban al edificio de la Contraloría para quemarlo. Esto se pudo haber evitado si los especialistas hacían su trabajo para detectar y desmantelar estos planes orquestados por fuerzas oscuras que aprovecharon la confusión para actuar. El tejido policial y militar, lesionado por el fantasma del 30-S que encarceló a muchos uniformados, debe ser reconstruido en su totalidad para garantizar la vigencia de un Estado de derecho que estuvo a punto de colapsar. Es urgente aprender de los errores.
Mientras los policías intentaban repeler las marchas y enfrentar los saqueos, bandas organizadas llegaban al edificio de la Contraloría para quemarlo.’