El río arruma basura en un barrio norteño
Los habitantes de Riberas de Vergeles se quejan de los malos olores.
Cuando Griselda Muñoz llegó a vivir a Riberas de Vergeles, hace más de dos años, no esperaba tener que lidiar con los malos olores provenientes de la basura acumulada en las orillas del río, cerca de su hogar.
Asegura que aún no logra acostumbrarse, sobre todo cuando ella y su familia perciben el hedor que producen los animales muertos que se quedan varados al frente de su casa. “Cuando la marea baja, muchas veces se quedan en la orilla los cerdos o perros muertos que la gente lanza al río. El olor es insoportable”, dice esta ama de casa, de 56 años de edad.
El problema al que se refiere es la acumulación de desechos plásticos, palos, piedras y fundas de basura que flotan a orillas del río Daule, en la cooperativa Riberas de Vergeles, en el norte de Guayaquil.
Está ubicada al pie de la autopista Terminal Terrestre-pascuales, pasando el parque Samanes y antes de llegar al conjunto residencial Metrópolis 2.
De hecho, según estiman los vecinos, los desperdicios también provienen de esa y otras ciudadelas ubicadas aguas arriba, como Las Orquídeas y Mucho Lote, que arrastra el afluente hasta allí.
Hasta la autopista, ingresando tres cuadras desde el Daule, y a dos cuadras de la gasolinera Hermano Miguel 2, se encuentra un brazo del río, en cuya superficie y orillas también se observan bolsas de basura, botellas de vidrio y maleza, que contaminan sus aguas.
Alejandro Echeverría, quien se dedica a reparar electrodomésticos y vive en una esquina que da a ese estero, comenta que el lugar siempre está así y que cuando llueve es peor. “Cuando hay invierno la basura sube hasta bien arriba y los malos olores se hacen más fuertes”, dice, mientras trabaja en su taller de electrodomésticos.
Asimismo, Bárbara Baque, quien vive detrás de este brazo desde hace 15 años y vende almuerzos en su casa, sostiene que cada tres meses la empresa Interagua limpia el estero, sin embargo, la basura siempre está presente. “La gente que pasa por aquí bota basura ahí, yo les digo siempre que esto no es un basurero”, afirma.
La nieta de Bárbara, Emily Tigua, una estudiante de colegio, concuerda con su abuela en que hay personas que lanzan todo tipo de desperdicios al estero. Incluso considera peligroso cuando ella o los demás niños y jóvenes del barrio salen a jugar cerca del lugar.
“Me gustaría que todo estuviera limpio, pero también que no hubiera ese hueco, así nadie correría algún riesgo”, indica.
El presidente barrial de Riberas de Vergeles, Trajano Ocaña, manifiesta que la basura aglomerada en la orilla depende de los moradores que frecuentemente arrojan desechos. Agrega que no recuerda haber visto a los encargados de limpiar las calles llegar hasta la zona del Daule.
“En las orillas nunca se ha hecho limpieza, ninguna entidad ni la gente del sector, siempre se ha mantenido así”, enfatiza el dirigente comunitario.
Resalta que la ciudadanía debe comprometerse a cuidar y evitar contaminar los ríos.
“Hay que llamar la atención cuando alguien arroje basura en el río, y enseñarle que hay otras maneras de eliminar la basura”, expresa.
Brazo del río Daule en mal estado
Desde el río Daule ingresando por tres cuadras hacia la autopista Narcisa de Jesús un estero se ha convertido en botadero de residuos plásticos y orgánicos.
EL DETALLE
Limpieza. El presidente barrial reconoce que las familias que residen en el sector no realizan mingas en las orillas del río y tampoco ninguna otra entidad.
VOCES GRISELDA MUÑOZ moradora de Riberas de Vergeles
Mi familia y yo llegamos hace casi tres años y ha sido difícil acostumbrarse a los malos olores de la basura y de los animales en descomposición que botan al río.
BÁRBARA BAQUE trabajadora independiente
Tengo 15 años viviendo en Riberas y el estero se ha convertido en una especie de basurero por las mismas personas que viven aquí y de las que van pasando.
TRAJANO OCAÑA presidente barrial de Riberas de Vergeles
La basura viene de otras partes, cuando la marea del río sube trae desechos de otras ciudadelas hasta del Malecón, y cuando baja, la corriente se lleva todo.