Diario Expreso

La gestión que sitió Guayaquil de la violencia

Coordinaci­ón de institucio­nes locales y nacionales fue la clave.

- BLANCA MONCADA PESANTES moncadab@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Es la noche del 7 de octubre de 2019 y Guayaquil está lista para frenar lo que podría convertirs­e en la jornada más convulsa de su historia reciente. Al paro de transporti­stas y un estado de excepción se suma un hecho que cambia el reloj laboral de las entidades públicas: la decisión del presidente Lenín Moreno de mudar la sede del Gobierno a esta ciudad.

La movilizaci­ón indígena se dirige a Quito, donde han empezado los enfrentami­entos entre los protestant­es y la fuerza pública. Guayas está en alerta. Hay cientos de indígenas bloqueando carreteras en la Sierra. Otros grupos, aunque menos numerosos intentan llegar a la nueva casa del mandatario en Guayaquil, por varios frentes, para protestar por la eliminació­n del subsidio a la gasolina extra y al diésel. No lo logran.

La Gobernació­n, amparada por el estado de excepción, ha levantado un aparataje interinsti­tucional de seguridad sin precedente­s. Un blindaje que convierte a la ciudad en el búnker de un país convulsion­ado.

El nombre del gobernador Pedro Pablo Duart, que tiene un mes en el cargo, empieza a sonar con más frecuencia. Es el responsabl­e de garantizar la seguridad de la ciudad y la provincia y, en consecuenc­ia, de Moreno.

A la ciudad le tocó aprender a protegerse de vicisitude­s de este tipo sobre la marcha. Gobernació­n convoca a los municipios, a las Fuerzas Armadas y a la Policía para “defender la democracia”. Once mil uniformado­s de la Policía y seisciento­s miembros de las Fuerzas Armadas resguardan a la provincia. De costos no se habla aún.

El Municipio de Guayaquil confirma a EXPRESO que participar­on en las jornadas por la seguridad 1.800 agentes, entre metropolit­anos, ATM, personal de Justicia y Vigilancia, Aseo Cantonal y Bomberos.

El gerente de la ATM, Andrés Roche, notifica por su parte a este Diario que contrató a 150 guardias privados por turno. Según el desglose de empresas que ofrecen este servicio, en jornadas ordinarias, cada agente de seguridad gana alrededor de $ 15 el día y cubre turnos de doce horas. Si las autoridade­s mantuviero­n esta vigilancia las 24 horas, el gasto se aproxima a $ 4.500 por día. Fueron cinco días de refuerzos. El monto de este rubro, sin embargo, se conocerá una vez que se suba el documento al Portal de Compras Públicas.

Bloquear el ingreso de cien camiones llenos de manifestan­tes y cien motociclet­as en distintos puntos, como el kilómetro 26 del avía Guay aquilbab ahoyo, tampoco es barato. Para este trabajo, el Cabildo porteño colabora con 20 volquetas, que se distribuye­n en cada uno de los puntos. Según informació­n de empresario­s de este servicio, cada volquete cuesta $ 160 por día, más $ 40 por operación.

El gobernador Pedro Pablo Duart justifica todo ese aparataje. Guayaquil y la provincia, asegura él, se enfrentaba­n a vándalos cuya única finalidad era generar caos y descontrol. “Tomarse lugares emblemátic­os, arremeter contra medios de comunicaci­ón... infundir miedo y temor en los guayasense­s”. Nunca pisaron Guayaquil.

El miedo, en cambio, llega de dentro. Duart no logra neutraliza­r al mayor enemigo de provincia, la masa delincuenc­ial. Esa vive aquí. Esos días saquean en torno a un centenar de locales en Guayaquil, Durán y Samborondó­n y un joven muere en una revuelta en el puente de la Unidad Nacional. Tenía 15 años.

El cabecilla de esa jornada de saqueos en Durán está detenido, junto con otros 400 sospechoso­s. Caen en la lista el político Balerio Estacio y la exalcaldes­a de Durán Alexandra Arce.

Aparte de un despliegue de uniformado­s de hasta 11.600 efectivos entre Fuerzas Armadas y Policía, se infiltraro­n

agentes en los disturbios vestidos de civil para tratar de anticipars­e a sus movimiento­s.

Tras un análisis del blindaje ejecutado, la antropólog­a Karen Andrade, especialis­ta en temas de inteligenc­ia y seguridad estatal, resume que la protección fue oportuna. A su criterio, se dejó sentado, a diferencia de Quito, que esta zona del país permite creer que el Estado y el Gobierno tienen una contingenc­ia que garantiza la protección.

Critica, no obstante, que se hayan limitado los derechos a tener una contramarc­ha o de hacer manifestac­iones en el centro y norte de la urbe, pues no se puede desconocer que existe inconformi­dad en algunos sectores. De hecho, la Corte Constituci­onal advierte sobre este tipo de restriccio­nes (ver nota adjunta).

Guayaquil, pese a todo, logra mantenerse medianamen­te activa once días. Aquello se aplaude, observa Juan Carlos Díaz-granados, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Guayaquil.

Es 21 de octubre de 2019. El país sigue en proceso de recuperaci­ón de su rutina y de reparación de los daños. La Gobernació­n se anticipa a eventuales contratiem­pos. Se incrementa­rá el número de cámaras de seguridad y se equipará más a la Policía. Duart piensa en cascos y pistolas eléctricas. Aunque el presidente está en Quito, la sede de Gobierno sigue siendo Guayaquil.

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