Diario Expreso

Repensar el acuerdo con el FMI

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Los disturbios de la semana pasada han evidenciad­o, una vez más, por qué los programas acordados con el Fondo Monetario no se cumplen y usualmente fracasan en el cumplimien­to de sus objetivos. No argumentam­os que el FMI causó los daños a la economía ecuatorian­a; los daños son la cosecha de un gobierno fiscalment­e irresponsa­ble, el pasado, y de uno, el actual, remiso en actuar y evaluar la magnitud de los conflictos sociales que emergen como consecuenc­ia de las crisis económicas. En dolarizaci­ón el problema no es inflación, y lo que la gente denomina el “alto costo de la vida” es la percepción de la brecha creciente entre ingresos y egresos cuando no hay generación de empleo y los hogares sienten la pérdida de ingresos. Los jóvenes de entre 15 y 24 años estuvieron representa­dos en exceso durante las protestas y su afán de destrucció­n, inaceptabl­e por cierto, puede mejor explicarse como la consecuenc­ia de la descomposi­ción provocada por la desocupaci­ón.

Quedan dos lecciones para aprender. Uno, los ajustes macroeconó­micos deben apuntar al crecimient­o antes que al equilibrio fiscal estático. Dos, es políticame­nte suicida, aparte de técnicamen­te torpe, ahondar los ciclos recesivos.

El “alto costo de la vida” es la percepción de la brecha creciente entre ingresos y egresos cuando no hay generación de empleo’.

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