Yo no ando con mucho afán, al verde yo lo llamo pan y a un gloriado mi café
Yo soy un hombre sincero veo las cosas de frente, diciendo la verdad muero bien me conoce la gente.
Andando por San Clemente con Lautaro me encontré, saludamos primeramente y en mala hora eso fue.
Tengo un negocio pa’ usted él me dijo prontamente, estas gallinas que usted ve las vendo urgentemente. Por necesidad recurrente faltándome el dinero, a un precio conveniente baratitas se las dejo. Si nos ponemos de acuerdo y llegamos a un trato, las gallinas le entrego en silencio me marcho.
Le respondí sin empacho no compro cosas robadas, mejor váyase al caracho no me venga con sapadas. Son gallinas extraviadas de la comadre Jacinta, por tenerlas descuidadas el más vivo se las quita. Abusan de la Jacinta porque no tiene marido, que proteja su quinta y espante a los sabidos. Usted queda advertido restituya lo robado, se lo digo como amigo cumpla con lo hablado. De mi revolver plateado un tiro se puede escapar, no provoque don Lautaro la vida le podrá costar.
Sin una palabra chistar Lautaro atemorizado, su falta jue a reparar devolviendo lo robado.
Aquí queda bien calado esta montubia sentencia, quien compra algo hurtado le robará la conciencia. Celebraba sin abstinencia su santo don Bartolo, tanta gente bien lo aprecia porque siempre paga todo.
En el salón “gallo de oro” tenía puertas cerradas, pero adentro el jolgorio era una feria animada. Aguardiente a raudales las señoritas brindaban, lindas flores joviales gran polvareda levantan.
En tres días de farra Bartolo gastó su heredad, más pelao que pepa e’ guaba sin un rial vino a quedar. No tenía pa’ refrescar su gañote trasnochado, naidien le quiso fiar le vendían al contado.
Er montubio machetero nunca deja su herramienta, siendo amigo y parcero cualquier peligro enfrenta.
¿Por qué le llaman cenar? a la consabida merienda, pa’ mi aunque se ofenda es la hora de merendar.