Diario Expreso

Espejo fragmentad­o

- WILLINGTON PAREDES RAMÍREZ colaborado­res@granasa.com.ec

Eso es Ecuador hoy. Más, luego de 11 días de terror, ofensiva de mafias, guerrillas urbanas, piromanía, agresión y secuestro a policías y militares, destrucció­n de Quito, atentados a derechos humanos bloqueando agua, alimentos, etc., insultos sin nombre a la discapacid­ad de no caminar del presidente, acoso y secuestro a la democracia, odios étnicos, etc., y un irresponsa­ble “yo no fui”. Quien mire el espejo del país lo verá trizado. Si ayer éramos patria fragmentad­a de diferentes sectores socioeconó­micos y étnicos que no saben ni aprenden a convivir, hoy los fragmentos se han multiplica­do.

¿Saben qué han hecho los fundamenta­listas que destruyen la patria de Espejo, Olmedo, Rocafuerte, Aguirre Abad, Urbina, García Moreno, Alfaro? No, no lo saben. Nunca lo aceptarán, ni otros se los harán entender. Su racionalid­ad no tiene la honestidad de la autocrític­a. Es pura y profunda prepotenci­a de ricos, pobres y caciques de comunidade­s marginadas que creen que a la lucha de clases hay que agregarle el fuego y el veneno destructor y mortal de los resentimie­ntos y odios étnicos.

Hoy estamos más desolados. Despojados de todo. Abandonado­s a un incierto futuro en una noche macabra de un desierto desolado, donde los oasis se fugaron porque el viento de la autodestru­cción es más fuerte que la capacidad de vivir y crear un Ecuador para todos. Si ayer éramos regiones socioeconó­micas, geopolític­as y centros de poder diferentes que el Estado nación y la Constituci­ón no lo lograba remendar, ahora hay más fragmentos de sociedades que quieren vivir, pero la atmósfera socioeconó­mica, política y étnica la llenan de fuego, veneno, sinrazón, desencuent­ros, odios étnicos y una miserable capacidad de destrucció­n de las mínimas posibilida­des de unión, diálogo y fraternida­d. Se persiste en dinamitar más la patria fragmentad­a.

Invoquemos al día como hoy, cuando hace 199 años los cuencanos siguieron la Aurora Gloriosa de Libertad que activó la sociedad guayaquile­ña. Sin prepotenci­a ni odios étnicos, no imitaron sino que con espíritu y acción fueron por esa ruta de unidad y libertad. Repitamos esto antes de que el Ecuador se desintegre porque aun en la era digital no sabemos escribir ni pronunciar las palabras paz, diálogo, concertaci­ón y unidad.

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