Diario Expreso

El Centro de Arte, de sanatorio a sitio cultural

El lugar fue concebido como un espacio para acoger a enfermos, después se convirtió en un hospital y luego fue abandonado

- ANDRÉS ALTAMIRANO altamirano­a@granasa.com.ec ■ QUITO

El rechinar de la madera suena cada vez que una persona camina en uno de los pabellones del ala norte del Centro de Arte Contemporá­neo (CAC), en Quito.

Esa parte del sitio aún no ha sido restaurada, como lo fue el ala sur, y aún quedan vestigios de lo que fue el sanatorio Rocafuerte y el ex Hospital Militar de la capital. El edificio comenzó su funcionami­ento en 1900.

Mireya Pineda, mediadora educativa del CAC, explicó que en aquella época allí descansaba­n personas con enfermedad­es como la fiebre amarilla y la tuberculos­is.

La infraestru­ctura, que vista desde lo alto tiene forma de abanico, está ubicada en el famoso barrio de San Juan, donde está el cerro Huanakauri. Una elevación donde en la época incaica se rendía tributo a la Luna. Para la época estaba un poco alejada de la ciudad. El sanatorio fue construido allí porque se tenía la idea de que las enfermedad­es se podían propagar si es que estaba cerca al área urbana.

Unas habitacion­es pequeñas que servían para el descanso de los voluntario­s se ubicaban en la parte delantera de cada uno de los pabellones.

En total son 10, cinco a la derecha y cinco a la izquierda desde el ingreso principal, que actualment­e cuenta con unas gradas de piedra. Sin embargo, en sus inicios la entrada estaba compuesta por una rampa. Esa modificaci­ón se realizó entre 2007 y 2008, época en que la infraestru­ctura fue restaurada y recuperada, después de haber estado abandonada desde 1977. Por entonces, el Hospital Militar se trasladó a otra edificació­n, y familias que no tenían un techo se apoderaron del sitio, que fue construido por Francisco Smith.

El famoso arquitecto fue el responsabl­e del inicio de las obras en 1900, pero para 1906 la abandonó porque se demoraba mucho la construcci­ón. El traslado de materiales desde Europa a Guayaquil y desde el puerto hasta la capital hizo que los tiempos de espera sean cada vez mayores, dijo Pineda.

En las afueras hay patios pequeños a donde llevaban a los pacientes para tomar aire y sol. Estos fueron modificado­s, ya que ahora lucen con un muro con ventanales grandes, que originalme­nte eran más chicos.

Las gradas de piedra para su acceso siguen siendo las mismas, aunque ya no todos los materiales son originales. Durante el tiempo que el sitio estuvo abandonado, muchos de sus acabados se destruyero­n.

El lugar ahora luce distinto, tras la reconstruc­ción de la parte sur hay salones que no existían antes, como el auditorio.

La fosa estaba distribuid­a por túneles y allí reposarían cerca de 2.000 cuerpos. Incluso, cuando se hicieron excavacion­es sí se encontraro­n huesos, mencionó. No solo pertenecer­ían a quienes falleciero­n en el hospital, sino también a difuntos que perecieron durante la llamada Guerra de los Cuatro Días, que en octubre de 1931 se desarrolló en el país.

En un recorrido por el lugar es posible divisar en el piso baldosas antiguas, algunas de ellas habrían formado parte de lo que fueron los baños o salas de espera del antiguo hospital.

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2 Áreas. Tras la restauraci­ón, el lugar se dividió en diferentes zonas, que ahora son utilizadas para diversas actividade­s culturales.

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