Diario Expreso

Las cosas, por su nombre

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El pasado 12 de octubre, el edificio de la Contralorí­a General del Estado en Quito fue saqueado y destruido por una turba infiltrada entre los manifestan­tes que rechazaban las medidas económicas planteadas por el Gobierno. Estos actos vandálicos -porque no se los puede definir de otra manera- fueron planificad­os por sujetos que usaron bombas molotov y material inflamable que dejó varios pisos de la infraestru­ctura en cenizas. Que este hecho no haya sido considerad­o un acto de terrorismo y que sus responsabl­es sean acusados simplement­e de ‘paralizaci­ón de servicios’ dispara las alarmas respecto a la poca dimensión que se estaría

No se trata solo de determinar las pérdidas económicas que dejó el conflicto, sino también de sentar un precedente para que ningún sector se sienta por encima de la ley’.

dando a un episodio de vandalismo premeditad­o, cuyos sospechoso­s fines la ciudadanía no ha desestimad­o. Antes bien, espera que se descubra quiénes fueron sus verdaderos gestores y que sus acciones no queden impunes. No se trata solo de determinar las pérdidas económicas que dejó el conflicto, sino también de sentar un precedente para que ningún sector se sienta por encima de la ley. De lo contrario, las nefastas consecuenc­ias de cualquier revuelta podrían ser soslayadas por quienes buscan fomentar el caos usando consignas políticas para reivindica­rse. A las cosas se las llama por su nombre, sin ambages. Lo ocurrido fue un acto de terrorismo que no se puede ocultar.

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