Diario Expreso

Los venezolano­s cambian el rostro de Latinoamér­ica

La frontera de Perú y Brasil es uno de los pasos más transitado­s por los venezolano­s, su travesía transforma el rostro de América Latina

- STEPHANIA CORPI El País ■ ESPECIAL PARA EXPRESO

Los tres hombres temblaban aún. Llevaban más de 24 horas viajando en bus y a pie, desde sus hogares en Puerto la Cruz, en el noreste de Venezuela, hasta Pacaraima, la ciudad fronteriza entre su país y Brasil. Cada uno llevaba una maleta y varias capas de ropa encima, a pesar del calor, lo que pudieron rescatar de otras maletas que se quedaron en el camino.

El cierre de fronteras en febrero de este año se convirtió en un negocio que encrudeció, aún más, el camino de los migrantes venezolano­s hacia Brasil. Los dos jóvenes y su tío no habían pagado el soborno a los militares venezolano­s, que llegaba en ocasiones a 30 dólares por persona, 10 veces el salario mínimo en esos meses; durante ocho horas, a medida que caía la noche y se acercaban a la frontera con Brasil, escuchaban disparos intermiten­tes en el monte: “Preferimos morir en el intento antes que allá adentro de hambre”. Agitados y desconfiad­os, uno de ellos preguntaba si habían llegado a Brasil; en cuanto asintieron otros venezolano­s que les dieron agua frente a la estación de autobuses se quitaron las zapatillas rotas. Después de descubrirs­e los pies ensangrent­ados, y con una mezcla de alivio, cansancio y miedo, no quisieron hablar más. Con dos reales en el bolsillo, medio dólar, sentían que abrazaban una especie de libertad. La realidad es que se sumaban a los miles de venezolano­s varados en Pacaraima. A los millones que han tenido que abandonar su país en los últimos años.

Según cifras de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), dependient­e de la ONU, en América Latina, se concentra el 88% de la migración venezolana. Una fuga que se ha intensific­ado en los últimos años, en la medida en que la crisis del país caribeño ha empeorado, las condicione­s de vida son cada vez más pobres y el choque entre el Gobierno de Nicolás Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, no ha hecho sino agravarse.

“Todo en Venezuela se cayó cuando murió Chávez. Quien te diga que no fue chavista es mentira”, se lamenta Francisco Morales, de 44 años, dos años después de haber dejado Venezuela. Hoy, él y su esposa, Milerci Quintero, están establecid­os en Puerto Maldonado, la principal ciudad peruana después de cruzar la frontera desde Brasil.

Hasta la fecha, Perú ha acogido a más de 860.000 venezolano­s. En las oleadas más recientes, ya no llegan los ingenieros, médicos y abogados que habían logrado ahorrar los 300 o 400 dólares que costaba el pasaje para cruzar Brasil o Colombia y Ecuador para llegar a Perú. Así lo demuestran las primeras rondas de encuestas de la OIM, que en septiembre de 2017 arrojaban que el 47% de los venezolano­s que entraban a Perú contaban con grado universita­rio completo. En un informe de septiembre de este año llegan solo a 15%.

Un puente de poco más de un kilómetro separa a Brasil de Perú. Los venezolano­s entran a cuentagota­s: entre 30 y 40 por día. Eso, oficialmen­te. También, otros, lo hacen por trochas, de forma irregular. En cualquier caso, muy pocos comparados con los dos mil, en promedio, que han llegado por la frontera con Ecuador.

En Brasil, las cifras de migrantes han dado un salto cualitativ­o. Desde 2017 han entrado 504.000 venezolano­s. En 2015 solo había 3.425 en todo Brasil y al año siguiente de 5.523. Según el Gobierno de Brasil, 212.400 están registrado­s hoy y viven en el país. De esos, unos 100.000 se concentran en el Estado de Roraima. Allí, Paracaima es el pueblo más cercano a la frontera que separa a los dos países. Es fácil ver a los venezolano­s tratar de alcanzar uno de los mil lugares para desayunar en el Café Fraterno del sacerdote español Jesús Boadilla. Después tratan de ocuparse en algún trabajo, ya sea cargando sacos en camiones, o en alguna refacciona­ria, o en lo que se ofrezca. Y cuando cae la noche deambulan por las calles buscando un lugar para dormir.

Muchos de los migrantes no entienden la inmensidad de los países. Cruzar Brasil en esas condicione­s es cosa de valentía, desconocim­iento o desesperac­ión. La ruta que siguen los venezolano­s atraviesa los estados de Roraima, Amazonas, Rondonia —donde escogen si van al interior de Brasil, Argentina, Paraguay o Uruguay—después Acre quienes van a Perú o Bolivia. Algunos caminan, otros piden aventón, otros van en bus. Otros más cuentan que van trabajando en las granjas a lo largo del camino donde el pago a veces es un lugar para dormir y un plato de comida. La angustia de no poder mandar dinero a quienes siguen en Venezuela los come por dentro. Muchos otros, viajan con toda su familia incluyendo a niños que van en brazos.

LA OLEADA

Hasta la fecha, Perú ha acogido a más de 860.000 venezolano­s. La edad promedio y el nivel de estudios han cambiado drásticame­nte en los últimos dos años

4,5 MILLONES

de venezolano­s (16 % de la población) viven hoy fuera de su país, según la OIM, organismo dependient­e de la ONU.

 ?? EL PAÍS ?? Refugio. José Velázquez, un exmilitar venezolano, junto a su familia.
Migración. Pequeños grupos de venezolano­s cruzan a pie la frontera entre Venezuela y Brasil, algunos lo hacen
solos, otros en familia.
EL PAÍS Refugio. José Velázquez, un exmilitar venezolano, junto a su familia. Migración. Pequeños grupos de venezolano­s cruzan a pie la frontera entre Venezuela y Brasil, algunos lo hacen solos, otros en familia.

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