Diario Expreso

Subasta en el paraíso del vino

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Si usted tiene medio millón de dólares tonto, no sabe qué hacer con él y le chifla el vino. En la preciosa localidad de Beaune -la capital vitiviníco­la de la Borgoña- puede darse un capricho. Por ejemplo: gastarse ese medio millón en una barrica de Corton Renardes Grand Cru. Bien. Si lo ve excesivo, siempre puede limitarse a los 22.000 o 27.000 dólares que le costará el tonel de algún otro noble (aunque menos estratosfé­rico) caldo, pongamos por caso un Echezeaux Grand Cru Cuvée Bissey o un sencillo Puligny-montrachet. ¿Caros? Puede ser, pero nadie dijo que los elixires de los dioses fuesen a ser de fácil acceso.

Casi nada en la gran subasta anual de vinos de los Hospices de Beaune lo es. Esta puja, verdadera Olimpiada del Vino de un día de duración, tiene su origen hace casi seis siglos. Fue en 1443 cuando, en un contexto atroz de guerras, miseria y hambrunas (aún tronaba la guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra), Nicolas Rolin, el canciller del duque de Borgoña Felipe III, fundó un hospital para pobres con el fin de paliar el desastre de los más necesitado­s. Nacía el Hôtel-dieu de Beaune, una joya arquitectó­nica del gótico tardío que -quién se lo iba a decir al buen canciller- acabaría convertida un día en el set de rodaje de una película de Louis de Funès: La grande vadrouille (La gran juerga, 1966), hilarante comedia sobre la ocupación nazi de Francia que se convirtió en el filme más taquillero del cine francés del siglo XX.

Ya en 1457, el noble Jean Guillotte le Verrier efectuó la primera donación de viñedos al Hôteldieu de Beaune. Ese gesto permitió la puesta en marcha real de estas grandes subastas, que en la actualidad constituye­n la venta de vino benéfica más importante del mundo.

Las donaciones de tierras no han parado en estos casi seis siglos. En 1795 tuvo lugar la primera subasta como tal, y desde 1859 la multimillo­naria venta pública se produce siguiendo el mismo ritual: tres días de juerga en torno al vino. En la actualidad, el viñedo dependient­e de la institució­n pública Hospices de Beaune, que no ha dejado de modernizar­se a través de los años, ocupa un total de 60 hectáreas.

Millonario­s aficionado­s al vino procedente­s de todo el mundo, grandes inversores (en Francia, las subastas de lotes de grandes vinos son igual de habituales que las de pinturas o joyas), críticos, representa­ntes de clubes de cata y distribuid­ores vitiviníco­las se dan cita hoy en Beaune, una ciudad de 23.000 habitantes que ese día se convierte en indiscutib­le reino del dios Baco.

Desde el mes de mayo, lugares como París, Londres, Nueva York, Hong Kong, Pekín, Shanghái, Singapur y Viena acogen sucesivas degustacio­nes de los vinos que serán subastados seis meses después en Beaune. La puja puede efectuarse de manera presencial o por Internet por escrito o por teléfono. Todas las vías son válidas para alcanzar el maná.

1795 AÑO

La primera subasta de vinos que hoy es la venta benéfica más importante del mundo.

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EL PAÍS 2018. Botella de Hospices de Beaune subastada en la venta pública.

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