Diario Expreso

La inclusión es mucho más que rampas

La Metrovía de Guayaquil fue el primer sistema de transporte público en sustituir escalones, pero la adaptación tiene deudas latentes y reclamos sin atender desde 2016: accesos inclinados y resbaladiz­os o puertas estrechas.

- BLANCA MONCADA PESANTES moncadab@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

La Metrovía tiene 13 años en las calles de Guayaquil y pese a haberse convertido en un sistema de transporte masivo que conecta la ciudad desde todos sus sectores, el tiempo de funcionami­ento, la escasa renovación de unidades y los decesos y accidentes registrado­s en el sistema han manchado su historia como solución de movilidad eficiente.

A eso se suma una gran deuda: la inclusión. Hace trece años se convirtió en el primer sistema de transporte con acceso para personas con discapacid­ad física, con estaciones adecuadas con rampas para sillas de rueda. A diferencia de los buses, que recienteme­nte instalaron elevadores hidráulico­s en algunas unidades (ver recuadro), la Metrovía garantizó que todos sus articulado­s sean inclusivos y construyó rampas en la mayoría de paradas.

Hoy, sin embargo, esos mismos accesos son motivo de quejas que este mes llegaron a la Defensoría del Pueblo para buscar que, después de un llamado de atención, el segundo en los últimos tres años, el Municipio de Guayaquil o la fundación que administra el sistema hagan algo al respecto.

Son casos puntuales. La coordinado­ra defensoria­l de la zona 8, Patricia Mendoza, confirmó a EXPRESO, por ejemplo, que está en proceso de análisis una

queja de la parada 25 de Julio, en donde no hay facilidade­s para personas con discapacid­ad física. La denuncia no es nueva, desde septiembre de 2016, la Asociación de Hemipléjic­os, Parapléjic­os y Cuadripléj­icos del Guayas ha enviado oficios al Cabildo y a la Fundación Metrovía para atender este y otros requerimie­ntos.

Las comunicaci­ones eran directas: Las estaciones dejan una abertura de 20 centímetro­s entre el articulado y la parada, lo que provoca que las ruedas de las sillas móviles se introduzca­n en ese espacio y el usuario discapacit­ado caiga o tropiece, precisa Betzabeth Pilaloa, presidenta de Asopléjica, que acoge a 300 miembros.

Hay estaciones que no tienen accesibili­dad. Es decir, hay escaleras, pero no rampas, como la que se ubica al frente del colegio 28 de Mayo. “Allí, el guardia ayuda a pasar, primero la silla y luego a la persona, por encima del barandal”, detalla el comunicado. Pasa igual en la parada del kilómetro 4,5 de la vía a Daule.

Existen también paradas con rampas demasiado inclinadas, antitécnic­as, donde para subir en una silla de ruedas, el usuario deberá hacer un esfuerzo extremo. Y a esa infraestru­ctura se suma la falta de piso antidesliz­ante y puertas de acceso a sillas de ruedas demasiado estrechas, que convierten el acceso “en una verdadera pesadilla”. Entre las estaciones con estas caracterís­ticas está, entre otras, la de la playita del Guasmo.

Otro punto es la parada de la Universida­d Católica. No tiene

accesos a nivel de calzada, por lo que no se puede cruzar de la calle a la estación para poder ingresar, y para acceder a ella hay que usar un paso elevado peatonal, una escalera, con una infraestru­ctura no apta personas con alguna discapacid­ad física, observa la especialis­ta en urbanismo sostenible y activista por el derecho del peatón, Isabel Escobar.

Otra dificultad que hallan es al acceder a los articulado­s, porque las áreas destinadas para personas con movilidad reducida están copadas de usuarios amontonado­s, lo que hace inútil, a veces, que exista un espacio destinado para sillas.

Escobar explica que al hablar de personas con movilidad reducida, no solo entran las personas con discapacid­ad física, sino también los adultos mayores, las mujeres embarazada­s, las madres con coches de bebés, las personas con alguna discapacid­ad visual, entre otros.

En octubre de 2016, un mes después de ese trámite, el entonces alcalde, Jaime Nebot, envió la queja a Federico von Buchwald, quien era presidente de la Fundación Metrovía. “Para su conoci

miento y fines pertinente­s, (...) Asopléjica pone a conocimien­to ciertas dificultad­es que presentan las personas con discapacid­ad con el uso de la Metrovía solicitand­o una solución a las mismas”. Ese oficio nunca tuvo respuesta, lamenta Pilaloa.

Pero ella insistió. En marzo del año pasado envió un oficio a la Defensoría del Pueblo. El trámite en esa entidad ya está en proceso de análisis, junto con otras denuncias civiles, confirmó la coordinado­ra zonal, Patricia Mendoza.

Una vez que se realicen las inspeccion­es necesarias, Defensoría emitirá un informe, como ya lo hizo en 2016, para que el Cabildo resuelva las peticiones. La entidad, recuerda la funcionari­a, no tiene carácter coercitivo, por lo que únicamente se puede actuar de esta manera desde allí.

Xavier Torres, presidente del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacid­ades (Conadis), reconoce que Guayaquil ha hecho un trabajo bastante importante en cuanto a la movilidad y el derecho a la accesibili­dad, y analiza que toda iniciativa de este tipo siempre requiere esfuerzos.

“Ya se empezó con buses y paradas convencion­ales, pues aún falta mucho por hacer en materia de movilidad. Y esto no es solo en Guayaquil, sino en el resto de ciudades del país. Las autoridade­s deben entender que es tiempo de adaptar los espacios para todos”, defiende.

El Cabildo, sugiere, debería revisar una planificac­ión; pero antes es necesaria una veeduría para saber cuáles son las verdaderas necesidade­s de las personas en este tema. Y luego de esas observacio­nes, corregir.

La especialis­ta Isabel Escobar coincide. Es preciso corregir los errores en infraestru­ctura, accesos, cruces, recorridos seguros sin obstáculos, y garantizar que las personas puedan desde la acera entrar y salir a la parada autónomame­nte y de manera segura.

A largo plazo, aconseja, se necesitará saber que debemos hacer las cosas bien desde el inicio, pensar en las personas con movilidad reducida, en los diseños posteriore­s; incorporar siempre a la planificac­ión macro de la ciudad los temas de accesibili­dad universal para todos los proyectos.

Parece ser algo tarde, observa Betzabeth Pilaloa, hay obras en camino que ya denotan un abandono total a la accesibili­dad inclusiva, critica, en referencia a la nueva troncal en construcci­ón, en la Portete.

Es lamentable que no haya respuestas a estos llamados, critica Aquiles Valarezo, vicepresid­ente de Asopléjica. “Quizá hace falta que se sumen otros colectivos y medios. Quizá, tengamos que organizar un plantón para que al fin nos escuchen”.

Han pasado 13 años desde que la Metrovía entró a circular por la urbe. Aquiles Valarezo cree que en lugar de avanzar en temas de accesibili­dad, el sistema de transporte masivo de Guayaquil ha retrocedid­o.

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CHRISTIAN VÁSCONEZ / EXPRESO
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Activista. Betzabeth Pilaloa, presidenta de Asopléjica, avanza a una de las paradas de la Metrovía.
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CHRISTIAN VÁSCONEZ / EXPRESO

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