Diario Expreso

Un año perdido para la economía de México

En sus primeros 12 meses, López Obrador se da de bruces con unas finanzas en recesión ❚ La violencia homicida se estabiliza

- JAVIER LAFUENTE EL PAÍS ■ ESPECIAL PARA EXPRESO

Incógnita, encrucijad­a, incertidum­bre, estancamie­nto, freno. Si algo tienen en común todas estas palabras, y sus respectivo­s sinónimos, es que han sido utilizadas para describir el panorama económico de México en el último año. La segunda gran economía de América Latina tras Brasil, la gran potencia de habla hispana y puente entre las tres Américas, se asoma al abismo en el primer aniversari­o de la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, que se cumplió ayer. En medio de una coyuntura internacio­nal desfavorab­le y con una política económica errática y convulsa, los motivos para festejar, al menos en ese plano económico, distan de ser muchos.

Hay algo más en común. La retórica, marcadamen­te grandilocu­ente, del mandatario y los desafíos del país en materia económica se mantienen intactos: crecer más, atajar la desigualda­d y salvar el Tratado de Libre Comercio (TLC). Ninguno de los tres desafíos se ha cumplido.

Atrás queda la promesa de López Obrador de que la economía se expandirá a una tasa promedio del 4 % durante su mandato (seis años), revirtiend­o décadas de bajo crecimient­o y mala remuneraci­ón del trabajo.

Las alarmas se han disparado esta semana (aunque el semáforo rojo llevaba encendido meses), después de que se consumaran los peores augurios y la economía de la segunda potencia latinoamer­icana confirmase lo que muchos ya daban por hecho: su entrada en recesión. El PIB cayó 0,1 % en la primera mitad del año, tras una revisión de las cifras iniciales del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi).

Un descenso que se une al del último periodo de 2018. Es solo una décima, sí, pero un mal síntoma para una economía tan abierta y conectada (tanto por el comercio como por la inversión) con la gran potencia occidental, EE. UU. Más aún, en plena desacelera­ción global.

La palabra recesión es un tabú

en el Gobierno mexicano.

En el Palacio Nacional evitan cualquier atisbo de ahondar en la preocupaci­ón que permean todos los análisis. “Tenemos que estar ocupados”, concedió el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, recienteme­nte. “Lo que tenemos que hacer es reconocer que hay un problema de carácter cíclico y que debe ser atendido”.

Cómo atender al enfermo es también parte del problema. En el Ejecutivo cunde la sensación

de que no quedan muchas opciones después de un año marcado por decisiones que han sembrado incertidum­bre en el sector empresaria­l, como la cancelació­n del nuevo aeropuerto de Ciudad de México. Pese a que llevaba un avance de casi un tercio en su construcci­ón, López Obrador no titubeó a la hora de mandar al traste la gran apuesta en infraestru­ctura de su antecesor, Enrique Peña Nieto.

A este movimiento se sumó el conflicto entre el Gobierno y cuatro multinacio­nales por los contratos de varios gasoductos, resuelto con la mediación de importante­s empresario­s del país, y la fijación del presidente con Pemex. Pese a la fragilidad financiera de la petrolera estatal, que acumula pérdidas millonaria­s, la mayor deuda global del sector y un marcado descenso de la producción, López Obrador mantiene su deseo de relanzarla.

Ante este escenario y con el consabido desgaste que se ha acumulado en el primer año de Gobierno, su equipo económico apuesta todo al plan de infraestru­cturas y a la ratificaci­ón (desean que sea en los próximos días, antes de que termine 2019) del nuevo tratado de libre comercio con EE. UU. y Canadá, conocido como T-MEC.

No es de extrañar pues que, con meses de retraso respecto a lo esperado, el presidente mexicano anunciase esta semana un nuevo Plan Nacional de Infraestru­cturas, que se traducirá en una inversión de 42.000 millones de dólares hasta el final de su sexenio, con la participac­ión empresaria­l como principal valedor. En las últimas semanas, el Ejecutivo ha evaluado a qué proyectos se debe dar prioridad para que arranquen cuanto antes y poder así levantar las perspectiv­as de crecimient­o. Un intento de política contracícl­ica financiada, eso sí, con fondos privados y no públicos.

EL DETALLE

México cierra el año con los pies atrapados en eventos violentos. El bimestre cuenta sus semanas por matanzas, emboscadas y asesinatos múltiples.

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EFE

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