“Necesitamos una solución en Venezuela sea como sea”
Hoy vivimos una dictadura. Todos los indicadores son de guerra. No hubo bombas, pero se escucha el llanto.
Numéricamente, a nivel de opinión pública, el chavismo está en su peor momento y no así la oposición.
Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez es un político e ingeniero venezolano, actualmente preside la Asamblea Nacional y es reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 60 países. Es diputado nacional por el estado Vargas y pertenece al partido Voluntad Popular.
Hace un año, por estas fechas, Juan Guaidó (La Guaira, 36 años) era prácticamente un político desconocido incluso en Venezuela. Sabía, no obstante, que el 5 de enero sería elegido presidente de la Asamblea Nacional y aquello desencadenaría en una ola de acontecimientos que pondrían durante meses en jaque al Gobierno de Nicolás Maduro. El dirigente de Voluntad Popular, el partido fundado por Leopoldo López, se proclamó el 23 de enero presidente interino de Venezuela y como tal ha sido reconocido por más de 60 países. Pese a que no se ha cumplido nada del mantra que repitió hasta la saciedad —cese de la usurpación, Gobierno de transición, elecciones libres—guaidó se muestra optimista durante la entrevista con EL PAÍS.
− ¿Me puede definir este 2019 en una palabra?
− Lucha, insurgencia podríamos decir. Veníamos de un 2018 inexistente y surgió un movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura.
− Mucha gente siente que también ha sido un fracaso.
− Frustración no es lo mismo que resignación.
− Digo fracaso, no frustración.
− Bueno, pero es que ¿cuál es la medida? ¿cuál es la variable? Si es que Maduro está en Miraflores, es una variable absurda para entrar a analizar 2019, cuando veníamos de unas expectativas de menos diez. Si esa es la variable, no solamente sería injusto para mí, sino para la sociedad venezolana, que ha resistido los embates, que mantuvo una movilización, una visibilización de la crisis, que tuvo una ratificación con el informe de la delegación de derechos humanos de Michelle Bachelet.
− Usted siempre ha repetido que el camino era el cese de la usurpación, un Gobierno de transición y elecciones libres. Ese cese de la usurpación no se ha dado.
− Pero todo el mundo dice que hay una usurpación en Venezuela. [Maduro] Ejerce su función como dictador, no como presidente electo. Hay violaciones de derechos humanos, ecocidio a través del uso y abuso de los recursos del Estado. En 2018 no había expectativas, la palabra no era insurrección, era ilusión. Todo el mundo decía: “Ojalá…”
− Pero esa ilusión, ese ojalá, aún se mantiene.
− No, es distinto. Ahora es cuándo o cómo. La diferencia pareciera sutil, pero es muy distinto. El cuándo implica qué estoy buscando y el cómo, que estoy buscando las herramientas para lograrlo.
− ¿Qué puede hacer después de un año de muchas promesas y pocos resultados?
− De nuevo, si medimos el resultado en que Maduro está en la silla de Miraflores ejerciendo como dictador, es injusto. La esperanza del cambio se mantiene. Hoy ya es mi quinto día de reuniones con sectores empresariales, magisteriales, enfermeras, estudiantes universitarios. Es decir, no solo vamos a articular el sector político, vamos a articular todo el país, hace un año no teníamos esa oportunidad. Maduro está en Miraflores y yo estoy libre a pesar de que soy una cantidad de cosas inmencionables. Si la variable es que Maduro sigue en Miraflores, ni discutamos, no hay ni siquiera debate.
− ¿En qué se ha equivocado?
− Probablemente subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura. Creo que faltó el factor Fuerzas Armadas. No ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una salida negociada, como en el caso de la mediación de Noruega. Intentamos atraer una transición con factores de poder, en el caso de las Fuerzas Armadas, el 30 de abril, que más allá del hecho fue insuficiente para lograr generar la transición. Hoy vivimos una dictadura. Todos los indicadores son de guerra. En Venezuela no hubo bombas, pero se escucha el llanto.
− ¿Qué parte de lo hecho este año es consciente de que ya no le vale?
− Hay que analizar los mensajes hacia las Fuerzas Armadas, hay que mejorarlos, no es que no valgan, sino que hay que buscar alternativas. Hay un escenario donde Maduro decida inmolarse en el poder, a pesar de que su entorno quisiera dar un paso a la transición. Ese escenario es complejo porque nos colocaría ante una resistencia que nadie quiere. Los únicos que se están preparando para esto son ellos cuando le entreguen el fusil a la supuesta milicia.
− Usted fue reconocido como presidente interino por más de 60 países. Ahora mismo, la situación en algunos países de América Latina que son aliados, como Colombia o Chile, es convulsa; Macri ya no está en el poder en Argentina. ¿Cómo siente el apoyo de la comunidad internacional?
− Lo primero es que hay un gran resentimiento con la dictadura de Maduro por financiar grupos violentos en algunos países. La preocupación por Venezuela es mayor.
− La preocupación puede ser mayor, pero la atención es indudablemente menor.
− Creo que es un escenario mucho más adverso para él. Lo que sucedió en Bolivia, por ejemplo, no estaba en las cuentas de, probablemente, muchos; Uruguay, con Lacalle Pou; El Salvador, Guatemala, con la llegada del presidente Giammattei…
− ¿Qué posibilidades hay de que a partir del 5 de enero no siga siendo presidente de la Asamblea Nacional?
− Bueno, hay una posibilidad. Creo que es muy, muy escasa.