Una avalancha de lodo encerró a una familia en su casa
Un niño de 6 años y sus padres fueron sacados por los rescatistas por un hueco que hicieron en la pared de la entrada.
Es una suerte que ninguna persona resultara herida, o peor muerta. MARCELO QUISHPE, vecino afectado
Dos horas de terror vivieron los habitantes de una casa ubicada en el sector de El Panecillo, en el centro de Quito, la noche del miércoles último. Una pared y un cúmulo de tierra, que cedieron por las fuertes lluvias, cayeron sobre las puertas y ventanas de la vivienda, dejándolos encerrados.
En el inmueble se encontraba un hombre conversando con su esposa, además de su hijo, de seis años, que hacía las tareas escolares. Todos oyeron un gran estruendo y sintieron el golpe de los ladrillos y el lodo contra la pared.
Al intentar huir, notaron que la puerta estaba obstruida. El hombre pidió auxilio a su prima, que trabaja en una tienda en la casa contigua. Su cónyuge llamó al sistema ECU-911.
Al lugar llegó el Cuerpo de Bomberos de Quito. Seis agentes trabajaron durante dos horas esquivando las piedras, tejas y basura, para retirar una parte de los escombros y poder sacar a la familia por un pequeño hueco encima de la entrada principal de la casa.
Entre lo que quedó destruido están la sala, un baño y la cocina. También perdieron las pertenencias de una bodega que se inundó en su totalidad.
Los vecinos y familiares que fueron arribando paulatinamente al lugar, se unieron en una minga que duró hasta las 22:00. Pues las gradas que suben la ladera en la que ocurrió el siniestro, estaban llenas de agua y residuos. Por ello, el acceso era difícil y peligroso.
Lo que más los entristece es la muerte de un perro, que no alcanzó a huir y fue aplastado por la avalancha de lodo.
Asustados y apenados por el incidente, los integrantes de la familia tuvieron que pasar la noche en el domicilio de la madre del hombre.
El deslizamiento de tierra también afectó a otros moradores del sector. Hasta la madrugada de ayer sacaron con baldes los desechos que entraban a sus casas por las fisuras que dejó el golpe. También sus pertenencias llenaban las calles, aprovechando el sol para secarlas.
Marcelo Quishpe, vecino de la familia afectada, contó que es una suerte que nadie resultara herido o muerto. Él trabaja como vendedor informal en el centro de la ciudad y lamenta lo ocurrido, pues su vivienda también fue dañada por el deslave.
Ahora Quishpe y sus vecinos tienen que construir un muro de contención para evitar futuros desastres. “Nuestra casita es frágil, tiene más de 70 años y es de ladrillo. No como las nuevas, que se construyen con hormigón”, reflexionó.
El Municipio envió a seis obreros para que ayudaran a despejar y limpiar el lugar. Con palas, barras y sacos, trabajaron durante la mañana de ayer. Las personas del sector temen que las lluvias puedan afectar otras casas.
EL DETALLE Solicitud. Los moradores piden ayuda a las autoridades pues el lugar, a más de estar amenazado por nuevos derrumbes, es asediado por la delincuencia.