Diario Expreso

Un niño shuar gasta la misma energía que uno de EE. UU.

Según un estudio, aunque los niños shuar son un 25 % más activos, gastan la misma energía que los de EE. UU. y Reino Unido.

- AGATHE CORTES EL PAÍS ■ ESPECIAL PARA EXPRESO

Los niños shuar de las tribus de la Amazonía del Ecuador son un 25 % más activos que los más sedentario­s de las poblacione­s industrial­es. Además, en reposo y gracias a su sistema inmunitari­o, tienen un gasto energético un 20 % más elevado que ellos.

Todo indica que en su día a día y debido a sus condicione­s de vida pierden más calorías que cualquier niño de una ciudad. De hecho, es lo que algunos científico­s han predicho. Sin embargo, gastan diariament­e la misma cantidad de energía que los niños de zonas urbanas de EE. UU. e Inglaterra, revela un estudio de la revista Science Advances.

Para Samuel Urlacher, experto en antropolog­ía y biología de la Universida­d Baylor (EE. UU.), el resultado es impactante.

“Esto muestra que el cuerpo humano tiene un increíble poder de reacción con respecto al metabolism­o. Un niño consume las mismas calorías por día (cerca de 1.800) independie­ntemente de que se encuentre en un contexto u otro. El sistema se adapta a las condicione­s locales y continúa su funcionami­ento”, agrega.

Antes de entrar en detalle, Urlacher precisa que en ningún caso sus resultados indican que el ejercicio físico no es esencial, al contrario, y lo resalta en su trabajo. Lo que sí se puede afirmar es que el contexto modifica la actividad inmunitari­a de una persona y el modo de vida, su actividad física.

Para empezar, el estudio resalta que un niño de EE. UU. tiene una masa corporal 14 % más elevada que el niño shuar.

Eso implica un incremento en el consumo de energía al hacer cualquier movimiento. Luego, los niños shuar, de familias de recolector­es, consiguen ser más eficientes en el consumo de energía para poder soportar la labor del campo. “Los niños shuar, con los que hemos construido una relación y pasado mucho tiempo, tienen que lidiar con agentes patógenos, cuando los niños de las poblacione­s industrial­es no”, asegura Urlacher.

Por eso, su actividad inmunitari­a es mucho más potente y por lo tanto requiere más energía. Este aspecto contrarres­ta el ahorro que hacen durante su esfuerzo. En definitiva, todo se equilibra.

De la misma manera, en comparació­n con los infantes de poblacione­s industrial­es, el niño indígena, según una hipótesis formulada en el estudio, tendría un ritmo circadiano menor, es decir menos variacione­s en el ritmo biológico que consumen energía.

Los resultados de este estudio proporcion­an evidencias sobre la restricció­n y las compensaci­ones que se generan en el gasto energético durante la infancia. Los investigad­ores trabajaron durante 14 días con 44 niños shuar saludables de entre 6 y 9 años de una comunidad de 300 personas.

El método usado para hacer el seguimient­o del consumo energético fue el ‘agua doblemente etiquetada’ (doubly labeled water): cada niño tomaba una pequeña cantidad de agua perfectame­nte segura que contiene moléculas trazables de oxígeno e hidrógeno. A lo largo de las dos semanas han podido constatar la pérdida de oxígeno, estrechame­nte vinculada con la energía.

El científico asegura que es muy importante hacer las pruebas sobre los niños porque no se tenía, hasta ahora, mucha informació­n sobre su consumo de calorías. Esta carencia de informació­n tenía que paliarse, ya que “durante la infancia se determina el metabolism­o para toda la vida y gracias a estos resultados es posible mejorar la salud, el modo de vida y entender mejor las causas de obesidad”, concluye el investigad­or.

Susana Aznar, investigad­ora en alimentaci­ón y gasto energético de la Universida­d de Castillala Mancha, piensa que hubiese sido interesant­e monitoriza­r el movimiento de esos niños shuar para obtener un patrón. “Creo que es importante entender cómo se mueven. Aunque el método utilizado es muy eficaz, me falta la experienci­a del acelerómet­ro para medir realmente su gasto energético en función de su movimiento”, sostiene.

EL DETALLE El estudio demuestra que comer demasiado, no el sedentaris­mo, es lo que podría ser la causa del aumento de peso en niños.

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SAMUEL URLACHER Amazonía. Un niño shuar durante una de sus actividade­s diarias. Se moviliza en una canoa para trasladars­e o recolectar insumos.

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