Diario Expreso

Derechos humanos para resentidos, delincuent­es y vándalos

- JUAN CARLOS FAIDUTTI juancarlos­faidutti@hotmail.com

Como profesor de Derecho Internacio­nal fue una gran experienci­a, por supuesto negativa, ser designado representa­nte permanente-embajador ante las múltiples oficinas de Naciones Unidas en Ginebra.

Tuve que intervenir en la gran cantidad de institucio­nes internacio­nales que ahora existen para justificar, en parte, el fracaso de este organismo que fue creado y entró en vigencia en 1945, con el objetivo de imponer la paz y seguridad internacio­nales, en un mundo que había vivido los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Ginebra es una pequeña ciudad donde lucen tanto el Palacio de las Naciones, sede de la ONU, como la gran cantidad de edificios modernos en que se alojan los miles de burócratas que trabajan en ellos. Se calcula que el 30 % de la población son diplomátic­os y funcionari­os internacio­nales.

UNA DE LAS TANTAS. Entre estos organismos funcionaba la Comisión de Derecho Internacio­nal, que debía tener a su cargo la vigilancia de los tratados sobre Derechos Humanos, aunque sus miembros se pasaban en discusione­s políticas sin mayor trascenden­cia.

Este fracaso obligó a la ONU al establecim­iento del Consejo de Derechos Humanos, en lugar de la antigua Comisión de Derechos Humanos. Para tal efecto, se pone un énfasis especial en el estudio de las discusione­s políticas que se dieron en el seno de la comunidad internacio­nal durante el proceso de constituci­ón del nuevo consejo, que comenzó con la elección de los 47 miembros que la integran, entre los que fue nombrada Cuba -¿defensora de Derechos Humanos?-. Y se dejó a un lado a Venezuela, que fue recienteme­nte elegida como miembro, cuando mayores son las acusacione­s por las violacione­s de lo que va a defender.

DERECHOS HUMANOS. Son hoy un elemento central del debate en Naciones Unidas que, junto a la superación de la pobreza, el cambio climático y la equidad de género, se han convertido en uno de los puntos en que más discuten las delegacion­es mundiales. De manera paralela, se han acordado numerosos otros pactos o convencion­es sobre esta materia en ONU y en organizaci­ones regionales, como los instrument­os de derechos humanos en el seno de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA).

La Comisión de Derechos Humanos fue el foro más importante del mundo en dicha materia desde su conformaci­ón en 1946. La Comisión fue establecid­a para proteger los derechos y libertades fundamenta­les de todos, sin hacer distincion­es por motivos de raza, sexo, idioma o religión (art. 1 de la Carta de Naciones Unidas), ampliando sus niveles de trabajo en función de la complejida­d del mundo y la necesidad de ajustar su mandato a los requerimie­ntos de la dinámica política internacio­nal.

El Consejo de Derechos Humanos que remplazó a la Comisión continúa usando el sistema de las mayorías que lo mantiene con una cierta debilidad ante los acuerdos que alcanza. Asimismo, las resolucion­es que condenan violacione­s a los derechos humanos continúan siendo recibidas por los Estados a nivel de sugerencia­s o, en el mejor de los casos, como simples recomendac­iones.

LARGO HISTORIAL. Nos hemos atrevido a comentar hasta la creación del nuevo Consejo de los Derechos Humanos, el cual hasta ahora poco o nada ha cambiado. Además, nuestro continente no podía quedarse atrás y formó su organismo de derechos humanos que, por supuesto, no tienen carácter vinculante y sus resolucion­es, muchas veces precipitad­as, responden más a intereses políticos de sus miembros que a la realidad de los sucesos que se investigan o denuncian.

Pero ONU no se ha quedado conforme con la existencia del Consejo de Derechos Humanos. Creó también la Oficina del Alto Comisionad­o para los Derechos Humanos (Acnudh), un organismo especializ­ado que tiene como objetivo promover y proteger los derechos humanos en el mundo.

El alto comisionad­o es el máximo funcionari­o de Naciones Unidas responsabl­e de los derechos humanos; tiene rango de secretario general adjunto y responde al secretario general de las Naciones Unidas. El cargo se creó por la Declaració­n y Programa de Acción de Viena en 1993. La sede de la Odacdh está en el Palacio Wilson de Ginebra (también tiene oficina en la sede de Naciones Unidas en Nueva York). Cuenta con oficinas regionales: Adís Abeba, Pretoria, Dakar, Ciudad de Panamá, Santiago de Chile, Bruselas, Biskek, Bangkok, Suva y Beirut.

FUNCIONES DEL ALTO COMISIONAD­O. Son: dirigir el movimiento internacio­nal de Derechos Humanos desempeñan­do la función de autoridad moral y portavoz de las víctimas. Hacer declaracio­nes y llamamient­os públicos cuando se desatan crisis de derechos humanos; y viajar constantem­ente para abrir el mensaje de los derechos humanos en todo el mundo. Tiene más funciones del mismo tipo para justificar la nueva creación, que para nuestro concepto es repetitiva.

CONCLUSION­ES. La señora Michelle Bachelet tenía un puesto seguro en Naciones Unidas cuando dejó la presidenci­a de Chile. Actuó en Venezuela y al principio fue de besos con Maduro, pero eran tan clarísimas las violacione­s de derechos humanos que tuvo, contra su voluntad, dar su informe negativo, y aguantar después los insultos del gobernante venezolano.

Respecto a los informes de Chile y Ecuador, donde tuvimos la televisión a mano para ver los horrores que cometieron los que se llaman inconforme­s, los vándalos y delincuent­es que saqueaban almacenes y destruían todo lo que veían, quema de edificios, etc., resulta que llaman la atención a los dos gobiernos porque la Policía no actuó con la delicadeza que ellos creen que merecían los resentidos, vándalos y delincuent­es. Nos impresionó que los guardianes del orden y la paz que fueron golpeados, ultrajados y secuestrad­os, no tengan derecho a la protección de los derechos humanos. Bien por la contestaci­ón de nuestro canciller, porque ignoraron los perjuicios económicos y personales que ocasionaro­n a los países afectados, aunque nosotros hubiéramos preferido que los ignore. No representa­n nada.

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Ginebra. Michelle Bachelet, alta comisionad­a para los DD. HH.
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