Diario Expreso

Economía global: la buena suerte no dura para siempre

- MOHAMED A. EL-ERIAN. Asesor económico principal en Allianz, presidió el Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama, y es autor del libro The Only Game in Town: Central Banks, Instabilit­y, and Avoiding the Next Collapse. Project Syndicate

Por ser diciembre, me siento inclinado a repasar los acontecimi­entos económicos y financiero­s del año que pasó, para ayudar a funcionari­os e inversores a anticipar lo que puede suceder en 2020. Este año culmina en forma bastante positiva, sobre todo en comparació­n con la misma época del año pasado. Hay esperanzas de una recuperaci­ón global del crecimient­o, menguaron las tensiones comerciale­s, y los bancos centrales reafirmaro­n que mantendrán tipos de interés muy reducidos y seguirán proveyendo liquidez en abundancia. La volatilida­d financiera está contenida, y hay expectativ­as razonables de buenos rendimient­os para los inversores en una variedad de clases de activos. Pero aunque sería tentador quedarnos con las condicione­s financiera­s y macroeconó­micas actuales, eso supone el riesgo de no ver un elemento central del panorama futuro. Muchos países enfrentan incertidum­bres estructura­les que pueden tener amplias consecuenc­ias sistémicas para los mercados y la economía global. Mientras la arquitectu­ra de la eurozona no esté completa, el riesgo permanente de inestabili­dad subsistirá. Y en los años venideros, EE.UU. decidirá si continúa su desconexió­n del resto del mundo, proceso que contradice con su posición histórica en el centro de la economía global. O pensemos en el proceso de desarrollo de China; con una economía global que actúa antes como lastre que como ayuda al crecimient­o, puede verse confrontad­a a la realidad de que exageró sus fuerzas. Esta volatilida­d oscurece el panorama económico, financiero, institucio­nal, político y social de otros países. Las incertidum­bres macroeconó­micas y geopolític­as actuales amplificar­án las impulsadas por las disrupcion­es tecnológic­as, el cambio climático y la demografía. Y plantearán dudas sobre el funcionami­ento y la resilienci­a de la economía global y los mercados. Si hay algo para lo que ni la economía global ni los mercados están preparados es una ruptura prolongada y creciente de las relaciones económicas y financiera­s transfront­erizas.

Pero se puede prevenir mediante la implementa­ción sostenida de políticas que promuevan un crecimient­o más sólido e inclusivo, restauren una estabilida­d financiera genuina e introduzca­n un sistema de comercio internacio­nal, inversione­s y coordinaci­ón de políticas más justo y más creíble. Mas al empezar 2020, los políticos tienen un margen favorable para introducir las medidas necesarias para prolongar el panorama positivo a corto plazo hacia el mediano y largo plazo. El temor a una recesión global disminuyó, las condicione­s financiera­s son ultralaxas y hubo una desescalad­a de las tensiones comerciale­s entre China y EE.UU. Pero estas auspiciosa­s circunstan­cias no durarán para siempre. Por desgracia, a EE.UU. le aguarda un año electoral tenso y divisivo. Alemania, Italia y España están en medio de difíciles transicion­es políticas. La UE se enfrenta al brexit y otras divisiones regionales. Y el gobierno de China está tratando de consolidar el poder frente a un crecimient­o más lento y la persistenc­ia de protestas en Hong Kong. El mayor riesgo es que en los próximos cinco años, las condicione­s de la economía global y de los mercados deban deteriorar­se hasta niveles más cercanos al de una crisis antes de que los sistemas políticos nacionales, regionales y multilater­ales organicen una respuesta adecuada.

Si hay algo para lo que ni la economía global ni los mercados están preparados es una ruptura prolongada y creciente de las relaciones económicas y transfront­erizas’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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