La difícil vida en un hotel de París tras las dos semanas de huelga
Las protestas le pasan factura al turismo en la capital francesa
En un hotel de París la vida cotidiana se ha vuelto complicada tras dos semanas de larga huelga en los transportes públicos contra una controvertida reforma de las pensiones.
Para limpiar las habitaciones, servir el desayuno y estar presente para los huéspedes, los empleados se organizan lo mejor posible para cumplir con todas las tareas. En una habitación doble del hotel Royal Saint Germain -3 estrellas-situado en pleno corazón de París, Rose, de 53 años, reajusta las cortinas floridas y luego alisa la parte superior de la cama.
Vive en Bondy, en los suburbios del norte de París, se levantó a las 04:00 para asegurarse que podía entrar en servicio a las 08:00 y limpiar unas 15 habitaciones. Hace el camino primero a pie, luego en un autobús repleto y finalmente en metro -en una de las pocas líneas que funcionan-.
Rose tarda dos horas en recorrer los 15 kilómetros que separan su domicilio del hotel. Por la mañana y por la noche. “Es un lío. Hago el esfuerzo de venir porque necesito trabajar y no quiero agotar todos mis días de vacaciones. Me gustaría que termine”.
Este establecimiento, de 44 habitaciones, puso en marcha medidas para reducir los horarios de trabajo, facilitar el uso compartido del coche o incluso financiar el estacionamiento de los que vienen en automóvil.
Pero en la tercera semana de huelga en los transportes públicos de la capital, todo el mundo está agotado, constata la directora del hotel, Charlyne Coia. “La primera semana, el ambiente era realmente bueno. Ahora, el personal está agotado”, dice.