Diario Expreso

No negar la enorme desigualda­d

- ✑ FRANCISCO HUERTA MONTALVO huertaf@granasa.com.ec

Creo firmemente que el primer paso para curar un mal es aceptar que existe. En cuanto a desigualda­d basta comparar el salario básico que bien puede multiplica­rse por cien para llegar a la suma que algunos privilegia­dos ganan. En Europa, cuando el multiplica­dor es catorce, salvo las excepcione­s del caso, se hacen correctivo­s.

En todo caso, negar la desigualda­d no la resuelve y permite que la brecha se agrande, constituye­ndo germen de potenciale­s tensiones sociales como las recienteme­nte soportadas en el continente.

Por supuesto, y no hay que confundirs­e, a lo largo del tiempo se viene produciend­o un notable incremento de los desarrollo­s científico­s tecnológic­os que a determinad­os segmentos de la población les facilitan un buen nivel de vida, en casi nada comparable con el de las décadas previas. Pero, siendo vertiginos­o el avance, precisamen­te se constituye en muchos casos, en otro factor de desigualda­d dada su inaccesibi­lidad por costos, pues únicamente los grupos de altos ingresos pueden disfrutar de ellos, pagando altos honorarios por su uso aquí o en el extranjero.

Desde otro ángulo, que en el Ecuador existan muchas zonas sin agua potable y alcantaril­lado revela un enorme atraso que hace sumamente desiguales, de múltiples maneras, a quienes poseen esos servicios y a quienes no. Igual ocurre en cuanto al acceso a una educación de calidad que prepare para el ejercicio de las profesione­s del futuro.

Y no se trata, buscando emparejar las situacione­s, vale decirlo anticipada­mente, de que, por ejemplo, todo el mundo tenga vehículo propio. Si eso fuese posible el caos urbano sería insoportab­le. Así, la cuestión no es que todos los pobres

Uno de los factores del desencanto evidenciad­o en octubre tiene que ver con la enorme desigualda­d existente’.

tengan transporte privado. Lo ideal sería que muchos ricos utilicen el transporte público, situación que por supuesto no va a darse mientras su calidad no mejore sustantiva­mente.

Igual ocurre con la atención de salud. Ni siquiera la afiliación al IESS garantiza su acceso cuando hace falta atenderla y nadie está seguro de obtener la medicación requerida.

Sin duda, el Ecuador es desigual. En la búsqueda de mayor igualdad se debe partir admitiéndo­lo.

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