Pasan la Navidad junto a sus seres queridos, pero en el cementerio
Sus parientes murieron en fechas cercanas al 24 de diciembre
Hace siete años, Shirley hizo algo diferente en Navidad: cenó cangrejos. Fue una sorpresa de su abuela Celestina. En esta Navidad, no podrá repetirlo. Su abuela, quien la crio desde los 5 años, cumplió seis meses de fallecida el 18 de diciembre.
La mujer, de 27 años y madre de una niña de 6, confiesa que fue difícil perder a su ‘abue’ en época navideña. Por eso en estos días cambió la rutina para ella: las preocupaciones por regalos, comida y chocolate pasaron a segundo plano. Ahora lo importante es visitar la tumba de Mami Cele -como cariñosamente le decía Shirley- en Navidad.
En vísperas de Nochebuena, acompañada de su niña, de su hermana y de una sobrina, fue al cementerio Ángel María Canals, en el suburbio de Guayaquil, para ver a su viejita. Fue una tarde de sentimientos encontrados: la tristeza de llorar a quien no está, y la alegría al recordar sus ocurrencias.
“Ella pedía que la cremen, porque decía que no quería estar en ese hueco frío”, cuenta Shirley.
Aunque no le gusta mucho el crustáceo, Shirley no descarta en alguna Navidad preparar cangrejos para comerlos en honor a Mami Cele. Eso sí, con arroz, maduro y salsa, como a ella le gustaba.
Teresa Calle tiene una vajilla especial en casa que solo usa en ocasiones especiales. No es de oro, ni de plata, ni nada parecido. Pero fue el último regalo navideño que le hizo su hijo, Luis Viracocha.
En este año será la segunda Navidad que no pueda verlo. Solo recordarlo al elevar la mirada hacia el nicho 7.235, en el mismo camposanto donde sepultaron a Mami Cele.
Luis y Cele no solo comparten el mismo cementerio. Tienen otro hecho en común: el mismo día en que Cele cumplió seis meses de fallecida, Luis cumplió un año de haber dejado este mundo.
Los Viracocha Calle visitaron a Luis en el aniversario de su deceso y también en Navidad. Una costumbre que adoptaron por las circunstancias.