Cena navideña entre las rejas
Familiares de los reclusos pudieron ingresar 2 tarrinas con alimentos ❚ Más marisco que pavo
Mariela (nombre protegido) guardó en dos tarrinas plásticas la cena navideña que ella decidió comer ayer con su esposo, privado de libertad en el Centro de Rehabilitación Social de Varones No. 1 de Guayaquil.
La joven de 25 años esperó horas sentada en la vereda, en los exteriores del centro carcelario, hasta que permitieran el ingreso: 10:00. Con nerviosismo, trató de cumplir a rajatabla las disposiciones del Centro de Rehabilitación, que permitió el ingreso de dos tarrinas con medidas de 3,5 a 4 litros. Así pasó la comida que desde el día anterior (domingo) preparó para su amado. Antes solo les permitían el ingreso de un recipiente y con restricciones.
Esta ‘celebración’ en la cárcel es nueva para Mariela, puesto que hace diez meses su pareja fue encerrada por un robo a mano armada. Ella fue una de las primeras en la fila de un grupo de aproximadamente cien personas que hicieron cola para ingresar al centro carcelario que permitió visitas en turnos de dos horas. Llegó a las 04:00 a la ‘Peni’.
A las 07:00, decenas de familiares ya estaban listas para entrar y comer con sus seres queridos por Navidad.
Mariela intentó, con el menú, cumplir los deseos de su pareja. “Gracias a Dios nos han permitido pasar dos tarrinas grandes de comida. No hay restricciones en cuanto a la comida que se puede ingresar, por eso aproveché para cocinarle de todo un poco. Le traigo carne, camarón, chancho, chorizos. Me dijo que extrañaba la comida. Lo que no quiso fue pavo”.
Mariela recordó que su vida dio un giro radical cuando su pareja, con quien convivía desde hace 5 años, fue detenido. Desde entonces separa un día a la semana para dedicárselo. En las madrugadas se traslada desde el Guasmo Sur hasta el kilómetro 16 de la vía a Daule.
“Hoy (ayer) no podía faltar por nada del mundo. Es el primer año que va a pasar las fiestas (Navidad y fin de año) encerrado. Quería hacerlo sentir que su familia es incondicional con él”, dijo.
Junto con Mariela estaba Angie, una mujer de 60 años que con entusiasmo preparó, horas antes, la comida que compartió con su hijo durante dos horas. Le preparó una parrillada de mariscos, el plato preferido de su vástago.
Ella llegó a las 03:00 para ingresar en el turno de 08:00 a 10:00. Contó que quería llevarle el tradicional menú navideño (pavo, relleno y ensalada), pero su descendiente, detenido también por robo, prefirió la otra opción porque es lo que más extraña. “Me dijo que quería algo que no había comido hace tiempo: mariscos”.
Si cuando le traigo una simple comida se alegra; va a saltar cuando me vea con todo esto.
MARIELA
Esposa de privado de libertad.