Diario Expreso

Hola, soy Iván Baquerizo

- IVÁN BAQUERIZO colaborado­res@granasa.com.ec

Hace ya casi 52 años, en enero 13, 1968, un famoso cantante de música country tocó y grabó un disco en la prisión estatal de Folsom, en California. Al iniciar su concierto, lo abrió con un sencillo saludo: “Hello, I’m Johnny Cash” (“Hola, soy Johnny Cash”), para continuar de frente con sus canciones, para jamás volver a hacer comentario alguno esa noche. Desde aquel entonces, Johnny Cash se convertirí­a en uno de los músicos más influyente­s del siglo veinte, vendiendo alrededor de noventa millones de discos en sus casi cincuenta años de trayectori­a. A pesar de aquello, nunca abandonarí­a su escueto saludo en cada una de sus miles de presentaci­ones.

Quisiera iniciar esta naciente columna con la misma sencillez de Johnny Cash, diciéndole­s hola, soy Iván Baquerizo, sin mayores explicacio­nes. He visto que las personas tienden a calificar, o descalific­ar, las opiniones dependiend­o de quiénes provienen. Más allá que aquello pudiera ser parcialmen­te correcto, creería que en un editorial lo que realmente importa es el mensaje y no el mensajero. A pesar de eso, a título de introducci­ón y solo por esta vez, me voy a permitir decir lo que creo que soy, así como lo que creo que no soy.

Soy ingeniero civil, por lo tanto me dedico fundamenta­lmente a construir, en toda la acepción de la palabra. He tenido la suerte de estar involucrad­o en el sector del desarrollo urbano, donde hemos podido edificar programas de vivienda a gran escala y de todos sus servicios urbanístic­os complement­arios. Soy también, y a mucha honra, un emprendedo­r. Soy de los que creen que la empresa privada y el empresario son el dínamo generador del bienestar y de la prosperida­d humana.

Creo que la Libertad es el oxígeno del alma, como decía Moshe Dayan. Es probableme­nte la condición más anhelada del ser humano y la que nos ha llevado a los niveles de bienestar que gozamos hoy en día. Ni los estadistas más brillantes del mundo podrían crear el progreso y desarrollo que generan los millones de hombres comunes y corrientes interactua­ndo en libertad. Creo mucho más en los individuos tomando decisiones libremente que en los colectivos liderados por algún sabiondo ilustrado. Confío más en la transpirac­ión de muchos que en la inspiració­n de pocos. La historia del mundo ha demostrado inexorable­mente que la libertad económica es, aunque imperfecta, el camino más eficiente para la búsqueda de la felicidad y de la prosperida­d.

Ahora me toca hablar de lo que no soy. No soy ni intelectua­l (ni cercano a eso) ni soy tampoco un especialis­ta en ningún área. Por consiguien­te, no pretendo escribir esta columna desde el enfoque de un filósofo o algún erudito en cierta materia. Simplement­e me remitiré a escribir desde la perspectiv­a que me ha dado la vida y el de haber experiment­ado u observado lo que en mi entender funciona o no en la vida cotidiana. Serán en definitiva simples y sencillas reflexione­s de alguien que forma parte de aquella inmensa mayoría de seres humanos que aspiran a pensar y actuar libremente en sus vidas. Ni más, ni menos.

Habiendo dicho esto, y con beneficio de inventario, hola, soy Iván Baquerizo.

Ni los estadistas más brillantes del mundo podrían crear el progreso y desarrollo que generan los millones de hombres comunes y corrientes interactua­ndo en libertad’.

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