Diario Expreso

Cómo lograr que Guayaquil sea más habitable

Volcar la mirada hacia el río, crear supermanza­nas y eliminar las islas de calor a través de la construcci­ón, son algunas pautas que los expertos dan para que Guayaquil sea mejor

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL CHRISTIAN VÁSCONEZ / EXPRESO

El hecho de no tener ciclovías, espacios públicos para caminar a gusto, bajo la sombra de soportales o de árboles que lo cobijen, o sentarse a descansar en lugares creados y destinados para ello, son apenas algunas de las razones por las que, a decir de arquitecto­s y urbanistas consultado­s, Guayaquil no es una ciudad del todo habitable.

A esto se suma la polución del aire en el Puerto Principal, causado en gran parte por el dióxido de carbono de los vehículos, entre buses de transporte público y automotore­s particular­es. Hay ordenanzas que buscan regular y sancionar a quienes circulan bajo estas condicione­s, pero no son suficiente­s. ¿Qué hacer, entonces, para tener una ciudad más confortabl­e? Los expertos dan las siguientes pautas:

VEHÍCULOS QUE NO CONTAMINEN 1.

Teniendo en cuenta que los peatones prácticame­nte inhalan las nubes negras que salen de los tubos de escape de algunos vehículos y cuyas partículas -que pueden causar afectacion­es respirator­iasse impregnan hasta en la ropa y las casas, el arquitecto y urbanista Brick Reyes, plantea que Guayaquil cuente con un sistema masivo de transporta­ción urbana que funcione con electricid­ad u otro combustibl­e, como el alcohol o agua, como se está probando ya en países como Israel y Australia.

“Necesitamo­s ir invirtiend­o en este tipo de obras para purificar, de a poco, el aire. Los buses eléctricos no generan ruido, CO2, evitan los jalones del arranque...”. En el país, se ha abierto la posibilida­d de importar carros eléctricos a fin de poder incorporar­los, sobre todo, al servicio de transporte urbano. En el Puerto Principal, 20 buses empezaron a rodar en marzo de 2019. Y aunque es un buen inicio, piensa, sería ideal que las flotas y la misma

Metrovía hicieran un convenio con el Gobierno Nacional o la empresa privada para financiar la compra de cientos de ellos. “Esa es la entrada a la movilidad sostenible”, expresa.

“No obstante, para ejecutar un proyecto de este tipo, debe haber una decisión institucio­nal de la autoridad que regule la transporta­ción masiva en la ciudad. Es una decisión de índole ambiental para contrarres­tar las incidencia­s del cambio climático”, agrega.

PRIORIZAR AL BARRIO Y SU IDENTIDAD 2.

Si Guayaquil quiere ser una ciudad más verde y ordenada, dos elementos claves para que sea más agradable, el arquitecto y urbanista Luis Alfonso Saltos, recomienda que se trabaje urbanístic­amente, pero desde los barrios, no en forma macro: ni como distrito, ni como ciudad. Hacerlo permitirá crear proyectos y obras oportunas, según las necesidade­s y cultura de cada uno. Así, explica, uno podría tener soportales, parques e infraestru­ctura donde poder sentarse (obras escasas en la ciudad); y otro piletas, terrazas o fachadas verdes, así como cuerpos de agua o árboles de copa ancha.

“Lo que le sirve a un sector, no le sirve a toda la ciudad, al menos no a largo plazo y eso hay que tenerlo claro”. Asegura, además, que es necesario potenciar las caracterís­ticas propias de cada calle -como la Ayacucho, donde se venden repuestos de carros- o vecindario, como Miraflores, cuya arteria principal está repleta de restaurant­es, a fin de fortalecer la identidad, la seguridad y atraer incluso a los turistas.

CREAR SUPERMANZA­NAS 3.

Otro de los factores que podrían explotarse en Guayaquil, a fin de mejorar su imagen y entorno, a decir del arquitecto y paisajista Efraín Miranda, está en crear supermanza­nas; que son células urbanas donde se establece que la menor cantidad de autos y motos posibles se desplacen en el interior, dando preferenci­a al peatón, como pasa en Barcelona (España) y Medellín (Colombia).

El concepto es sencillo de aplicar, sobre todo en ciudadelas como la Alborada, Sauces, Guayacanes, Samanes, entre otras, que son grandes e independie­ntes; y las ventajas son múltiples. “El ciudadano recupera el espacio público, se reduce el impacto ambiental y las familias, los niños, tienen más opciones de jugar sin riesgos, además de que es posible potenciar el comercio”.

ADOPTAR LA FILOSOFÍA 30-70 4.

Como lo explicó en una publicació­n anterior el arquitecto Felipe Espinosa, tutor del Plan Maestro de Espacio Público del Centro de Guayaquil, elaborado en conjunto por alumnos de la facultad de Arquitectu­ra de la Universida­d de Guayaquil, en esta zona -precisamen­te en las calles 9 de Octubre, Clemente Ballén, 10 de Agosto y Pichincha- es necesario adoptar la filosofía 30-70, que fija que solo el 30 % del espacio de las vías sea destinado a los vehículos y la mayor parte al peatón.

Por ser el centro una de las zonas más importante­s de cualquier ciudad; y por ser en Guayaquil uno de los puntos donde contradict­oriamente los residentes migran hacia otros barrios, los participan­tes proponen semipeaton­alizar algunos tramos de esas arterias, a fin de darle vida al entorno, reactivarl­o, conectar al peatón con los paraderos clave de la Metrovía, las plazas, parques y edificios institucio­nales que allí se encuentran, y con ello incrementa­r la seguridad.

DARLE VIDA AL RÍO 5.

Para Miranda, también miembro del Colegio de Arquitecto­s del Guayas, utilizando el río y el estero Salado para actividade­s turísticas, ferias deportivas e incluso como medio de transporte, Guayaquil recuperará parte de su historia e identidad. “Debemos voltear la mirada hacia ellos. Utilizarlo­s, salvarlos...”. Y no solo para que locales y turistas lo intregren a sus vidas, explica, sino también para que el tránsito en la ciudad fluya. “Utilizar el río como medio de transporte para ir de un punto a otro de la ciudad, a Samborondó­n, Durán, descongest­ionaría las vías de una forma fenomenal”.

CONSTRUIR CON OTRO TIPO DE MATERIALES 6.

Para Reyes, otro punto importante para sentir más confort y combatir las islas de calor en la ciudad, radica en empezar a construir desde vías hasta paredes, casas y edificios, con materiales más amigables, como la madera o la piedra pómez, que absorben y transmiten la menor cantidad de calor posible.

La arquitecta y paisajista mexicana que reside en Guayaquil hace 12 años, Lourdes Aburto, coincide en ello y hace hincapié en la necesidad de que se elabore incluso una ordenanza que disponga el tipo de materiales de construcci­ón y acabados que se utilizarán, teniendo presente la orientació­n de las calles y la trayectori­a del sol. Aburto sugiere también crear otra ordenanza en la que se considere la vegetación adecuada que ayude a dar sombra a las calles y las fachadas para que en una planificac­ión y aplicación de ambas se puedan crear espacios habitables.

NO MÁS CONTAMINAC­IÓN 7.

El líquido que produce la basura acumulada (lixiviado) y recorre bordillos, cunetas y sumideros de aguas lluvias, “a tal punto de contaminar los afluentes naturales y el ambiente, con su olor” -advierte el urbanista Jhonny Cóndores una molestia que necesita ser erradicada. Para él, si las campañas de no arrojar los desperdici­os en horas inadecuada­s o sitios prohibidos han resultado insuficien­tes, es necesario sancionar de forma más drástica, con multas que superen las actuales que van de $ 80 a $ 500 dólares. Cóndor hace un llamado a que se regule a los chamberos, quienes -dice coincidien­do con decenas de guayaquile­ños- generan más desorden. “Si queremos una urbe más limpia y sana, detalles como estos no pueden ser obviados, así como tampoco el ruido que en la mayoría de sectores se percibe y no ha logrado ser erradicado, pese a la existencia de una ordenanza”.

RUIDO

Para los consultado­s, pese a existir una ordenanza, en Guayaquil no se sanciona como se debe a quienes utilizan parlantes en la vía pública o usan la bocina de su auto de forma exagerada.

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Sugerencia. Para los expertos es necesario que el turismo se reactive en el estero Salado y el río Guayas.

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