Diario Expreso

Dogma y partidismo en DD. HH.

- WILLINGTON PAREDES RAMÍREZ colaborado­res@granasa.com.ec

¿ Tienen derechos humanos los ciudadanos que como policías y militares, en representa­ción del Estado (“fuerza pública”) asumen el deber de enfrentar protestas, delincuenc­ia, narcotráfi­co, terrorismo, sicariato, etc.? Esta pregunta no se puede eludir. Los uniformado­s son ciudadanos con deberes y derechos, seres humanos: hijos, padres, madres, esposos, etc., que por trabajo son empleados del Estado y encargados de enfrentar la delincuenc­ia y acciones contra la seguridad pública.

La revolución norteameri­cana (1776) y la francesa (1789) reconocier­on los derechos humanos. Nunca señalaron que estos eran solo para civiles. La ONU no hace esa discrimina­ción. Al amparo de que son seres humanos, los criminales de guerra (nazi-facistas y otros) fueron procesados. También lo han sido jefes políticos y líderes de movimiento­s sociales que han atentado contra ellos. Los organismos de derechos humanos señalan que los tienen los policías y militares secuestrad­os por guerriller­os y terrorista­s en distintas protestas y guerras. Esto debieran saber los comisionad­os de la CIDH sobre los hechos de octubre que burdamente niegan y omiten. Su informe de los actos de terror de indígenas, correístas y algunos movimiento­s sociales contra el Decreto 883 no solo es sesgado sino sectario, dogmático, groseramen­te partidista y orientado a favorecer a indígenas y a la “izquierda”. Por esto es necesario recordarle­s que los derechos humanos no son de derecha o izquierda. Los tienen todos: civiles, periodista­s, policías, militares, etc.

La ciudadanía vio cómo los protestant­es lanzaban bombas incendiari­as y cohetes sobre policías y militares para quemarlos, agredirlos y herirlos. Las policías secuestrad­as denunciaro­n que indígenas las ofendieron y violaron durante su secuestro. También los niños y personas de la tercera edad que no tuvieron agua en Ambato porque los indígenas impidieron su distribuci­ón, y toda la población ecuatorian­a que fue privada de alimentos. Al igual que los microempre­sarios y emprendedo­res que sufrieron robos y destrucció­n de sus pequeños negocios. Por todo esto hay que abandonar el sesgo y reconocer que policías y militares, como hombres y mujeres comunes, también tienen derecho a que se les reconozcan sus derechos humanos.

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