Una fruta de los Andes que conquistó el mundo
El gazpacho es una bebida española de toda la vida y los italianos no podrían imaginar su cocina sin los aderezos de tomate. Sin embargo, su llegada a Europa es relativamente reciente y su uso como alimento lo es aún más. Hernán Cortés conquistó Tenochtitlán en 1521 y es probable que fuese algún miembro de esa expedición quien introdujese en España los tomates amarillos que consumían los aztecas. La primera descripción de la planta que se conoce es de Pietro Mattioli, un naturalista italiano, en 1544, pero el uso en la cocina de su país no llegó hasta siglo y medio después.
El parecido del tomate con otras plantas venenosas con las que comparte familia, como la mandrágora o la belladona, hizo que durante mucho tiempo solo fuese un ornamento. En 2020, es el segundo vegetal más importante del mundo después de la patata.
Esta historia de conquista de las mesas mundiales comenzó hace muchas decenas de miles de años en la costa oeste de Sudamérica, en ese terreno donde las altas cumbres de los Andes están separadas por pocos kilómetros de las playas del Pacífico. Esta semana, un equipo de la Universidad de Massachusetts en Amherst (EE. UU.) publica en la revista Molecular
Biology and Evolution un artículo en el que reconstruyen la historia evolutiva del tomate. Todo comenzó con unos pequeños frutos silvestres (Solanum pimpinellifolium L.) del tamaño de un arándano, el tipo de vegetal del que se habrían alimentado los ancestros humanos hace cientos de miles de años.
El siguiente paso en el largo proceso de domesticación fue un incremento en el tamaño de la fruta, que hace unos 80.000 años, en lo que hoy es Ecuador, alcanzó el tamaño de un tomate cherry. Esta variedad (S. lycoperiscum
L. var. cerasiforme), cuenta la autora principal del estudio, Ana Caicedo, fue empleada por los habitantes de la región hace miles de años, y “tienen características parecidas a las de un fruto domesticado, ácidos y azúcares similares”.
Eso hizo pensar que los responsables de aquella transformación en los tomates ancestrales habían sido los humanos. Sin embargo, Caicedo y sus colegas, utilizando secuencias genómicas completas de 166 muestras de tomates silvestres, intermedios y domesticados sitúan el suceso al menos 400 siglos antes de la llegada de los primeros humanos a América. Cuando los inmigrantes llegaron al continente se encontraron con el trabajo hecho.
400 SIGLOS
Tomó la domesticación del tomate, antes de la llegada de los humanos a América.