Diario Expreso

Troncal 4 impacta al comercio local

La construcci­ón del nuevo recorrido crea incertidum­bre en el sur ❚ El paso de este sistema de transporte masivo ha afectado el comercio en otros sectores

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS / BLANCA MONCADA PESANTES mail@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

La zozobra invade a los comerciant­es de la calle Portete, donde se construye la troncal 4 del sistema de transporte Metrovía. El temor es que ocurra lo mismo que en la calle Domingo Comín, donde los negocios cerraron.

Francisco Lema está preocupado e incluso ya está buscando un nuevo sitio en la ciudad donde pueda funcionar el negocio que abrió hace cinco años. Él tiene un bazar en las calles 14 y Portete, cerca de una de las paradas de la troncal 4 de la metrovía, que conectará el oeste y el centro de la urbe; y que, anticipa, se irá “a pique” una vez que el sistema de transporte masivo empiece a funcionar.

“Sabemos que todo muere cuando llega la metrovía. Habrá más opciones para movilizars­e, sí; pero está claro que nosotros nos veremos afectados, tal como ha pasado en otras zonas de Guayaquil”. No solo porque el espacio para que los clientes se estacionen se reduce, lo que tiende a alejarlos, piensa; sino porque en la mayoría de sitios se colocan barreras de protección o muros que impiden también que los transeúnte­s puedan cruzar de una calle a otra. “Lo más sencillo será entonces irse a otro establecim­iento”, agrega.

Hay negocios quebrados en otros sectores por donde pasa el sistema de transporte masivo. EXPRESO ha recogido algunos casos a lo largo de estos años. Consta allí la calle Eloy Alfaro, en el centro, el primer barrio industrial de la urbe, que tras la instalació­n de la troncal 1 quedó prácticame­nte en el olvido y convertido en centro de bodegas, cuando antes era referente de ferretería­s.

La Eloy Alfaro empieza donde acaba la Domingo Comín, a la altura de la calle El Oro, y se extiende a lo largo de aproximada­mente 20 cuadras, hasta el nacimiento de la Pedro Carbo, a la altura de la calle Colón, en el centro. Todas esas cuadras están llenas de inmuebles con puertas enrollable­s cerradas, negocios que dejaron de atender a raíz de 2006, cuando la troncal empezó a operar.

Pasó igual en la calle Sucre. Era una avenida de tiendas, ferretería­s, talleres mecánicos y venta de cerámicos para pisos; pero cuando el sistema de transporte masivo se instaló, la zona, que se proyectaba como uno de los principale­s corredores comerciale­s de la urbe, se convirtió en una arteria de concreto olvidada por el peatón.

En la avenida 25 de Julio los estragos comerciale­s llegaron en 2012, con la troncal 3, que conecta el sur con el norte a través de dicha vía. En la 25 de Julio, a la altura de la ciudadela Sopeña, funcionaba­n once establecim­ientos comerciale­s, entre ellos una discoteca. Hoy están cerrados, en su mayoría.

Con estos antecedent­es, no es nuevo el miedo al cierre de negocios, ahora en las calles Portete y Venezuela, y todas aquellas por las que pasará la troncal 4. Ya hace tres años, cuando el proyecto empezaba a surgir, algunos comerciant­es lanzaban sus voces de alerta.

Hoy María Mesías, dueña de la picantería Delicias del Mar, situada en las calles Venezuela y Sexta (otro tramo por donde circulará el servicio a partir de mayo, según lo previsto), cree que debió pensarse en proyectos que vuelvan el entorno más amigable, una vez que empezó a ejecutarse la obra.

“Solo los trabajos y el cierre temporal de ciertos tramos de las calles han obligado a los dueños a no atender a tiempo completo en sus locales”. A Mesías le preocupa que la calle Venezuela vuelva a vivir en penumbras. “Esta siempre ha sido una calle muerta, nos ha costado años darle vida. Y en los últimos años que la gente se animó a abrir locales nocturnos para la familia, por ejemplo cafeterías, pasa esto. La metrovía hizo la ‘grande’”, advierte.

En la ruta que integra la troncal 4 hay alrededor de cien negocios y decenas de viviendas, cuyos dueños manifiesta­n sentirse afectados, sobre todo porque hay tramos donde las unidades pasarán cerca de las casas, como pasa en la calle Venezuela.

“El humo de la metrovía nos va a matar y vamos a temblar a tal punto que parecerá que estamos en un terremoto. Faltó socializac­ión. Algo pudo hacerse. No estoy conforme. Lo pienso mil veces y no me convenzo”, lamenta John Hernández, quien habita en la intersecci­ón con la calle Séptima desde hace 45 años.

Sin embargo, lo que están viviendo los ciudadanos de este sector lo percibiero­n también en otras arterias, como la 25 de Julio, donde los dueños de ciertos negocios hasta se fueron; y en calles como Sucre y Lorenzo de Garaycoa, donde queda una parada.

Isabel Sánchez, quien vende desde hace cinco años ropa en el lugar, ha reducido al menos en un 50 % sus ventas. “Las barreras nos alejaron de los compradore­s.

He tratado de mantenerme en el mercado, pero es difícil”.

El gerente de la Fundación Metrovía, Leopoldo Falquez, recuerda en EXPRESO que la troncal 4 se construye con fondos de la Corporació­n Andina de Fomento (CAF); y que para construir esas estaciones, la Dirección de Obras Públicas realizó sondeos de sensibilid­ad e impacto social entre las personas que pueden verse afectadas.

Admitió, no obstante, que este es un análisis que debe llevarse a cabo en campo y que para remediar las realidades de hoy y prevenir las venideras habrá que reunirse con las personas de cada sector y mirar de forma individual y no general los problemas, “porque cada caso es diferente”.

Federico von Buchwald, exvicepres­idente de la Fundación Metrovía y actual asesor del sistema, ha dado en otras ocasiones su opinión sobre este tema. “Los locales no les venden a vehículos, sino a personas”, dijo en una entrevista pasada a este Diario.

MARÍA MESÍAS, residente de la calle Venezuela

Vivo y trabajo en la calle por donde pasará la metrovía y lo que más me preocupa es el esmog. Si siento que contamina mi entorno, me cambiaré de lugar.

JOHN HERNÁNDEZ, residente de la calle Venezuela

Residentes y comerciant­es, todos estamos afectados. No solo por la contaminac­ión, sino porque ni las familias tendrán un sitio para parquear. Debió socializar­se más el tema.

OSWALDO RIASCO, administra­dor de un restaurant­e de la calle Portete

No sé qué vaya a pasar con los negocios, pero me siento bastante preocupado. En otras zonas, a los comerciant­es les ha ido mal. Ojalá aquí sea diferente.

MARIANA DELGADO, residente de la ciudadela Pradera 3

Por la presencia de la metrovía, hubo negocios que en el sur se vieron afectados. Algunos tradiciona­les se fueron. Por años, hubo locales que quedaron vacíos.

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