GANAR PARA SER CREÍBLE

Uno observa la cara de la tribuna y evidencia que está esperando que la pelota le llegue a Emmanuel Martínez. Mientras la tenga el tiempo se escapa en cada ráfaga de talento. Un toque de mago y cualquier compañero queda solo frente al arquero. Y, favor de su influencia, juega todo el ataque. Es posible el toque, es posible el claro. Es posible el gol.

Una histórica costumbre llamada Damián Díaz es su socio. Infracción de Mieres (central de Progreso) cae Emmanuel. Libre para Díaz que la coloca en el rincón inalcanzable de la fantasía, 1-0. La creación brota de su ingenio. Además voluntad y fuerza, garra y tesón. Tiene los metros necesarios para elaborar ideas, con el tiempo imprescindible para realizar el enlace con sus delanteros.

Progreso empató el partido. Después de una pensada descarga de varios toques sin tregua.

Cuando la contención amarilla estaba sentida. Díaz combinó con Emmanuel, la pidió de vuelta, la dio al costado para buscar nuevos ángulos, Fidel (57´) con certeza la metió, 2-1.

Justo cuando Progreso advertía con una actitud más vigorosa, menos resignada frente a la contrariedad. Al fútbol se juega desde una posición y no en una posición. Así lo demostró Álvez (9 retrasado) tocó para Emmanuel (estaba como interior) asistió a Velasco que no se inmutó, semblanteó el panorama, agachó la cabeza y la colocó junto al palo izquierdo, justo cuando se le cruzaba la sombra de un defensor, definió como extremo, 3-1.

A Barcelona le falta desarrollar una quinta marcha. No es solo correr y entregar la pelota a Díaz, los Martínez y Álvez. No tiene un jugador que haga la transición rápida que se consigue con el manejo de los tiempos del medio campo. La clave de la transición se determina por la elección del jugador que decide cuándo atacar y cómo, o por el entrenador que tiene armada una solución colectiva para la contra. Falta el talento bisagra entre la doble contención y la ofensiva.