KENIN BLOQUEA A MUGURUZA
La tenista estadounidense, de 21 años, conquista su primer grande tras remontar a la hispanovenezolana por 4-6, 6-2 y 6-2
Estas dos últimas semanas han sido increíbles, de muchas emociones. Estoy muy orgullosa de mí, de mi padre y mi equipo.
SOFIA KENIN, tenista
En la Rod Laver Arena de Melbourne se mastica la tensión. En ese largo suspiro del público australiano, cuando Garbiñe Muguruza va a sacar y se le agarrota el brazo, va el título de Australia. La hispano-venezolana vuelve a elevar la bola, pero en su cabeza ya hay un nudo irreversible. Ha cometido antes otras dos dobles faltas. Sofia Kenin, una joven que podría estar jugando sin descomponerse por el resto de los días, la ha llevado traicioneramente a su terreno y jadea al otro lado de la red, porque acaricia el trofeo con las yemas de los dedos y sabe que su rival está bloqueada y esa última bola tiembla. Entonces, el servicio se marcha largo y se cierra este bonito renacer australiano, al que tan solo le faltó la guinda. El resultado: 4-6, 6-2 y 6-2, en 2h 03m. Cae Muguruza, pero el repunte es todo un hecho.
Es Garbiñe una tenista sin términos medios. Tantas ganas tenía de atrapar el ‘major’ australiano que salió a la pista central revolucionadísima, con la adrenalina por las nubes; mientras Kenin, estadounidense de 21 años, se refugiaba en la trinchera de la línea de fondo, a la espera de un mal paso de la contrincante. Ladrillo a ladrillo y resistir. Rumia, rumia y rumia el punto la norteamericana, que perdió el primer set. Así consiguió alcanzar su primera gran final, en la que la experiencia cuenta y mucho, pero no concede garantías.
Juega la estadounidense, ya # 7 del mundo, con anestesia y la mente fría, todo temple. Construye desde el fondo y no pierde el color ni a tiros.
Venía jugando estupendamente, habiendo vencido a la # 1 y protegida local, Ashleigh Barty, y volvió a destacar con otro magnífico partido. No es espectacular, pero su peloteo enrevesado puede acabar con la paciencia de cualquiera, así que todo derivó hacia el punto crítico.
Garbiñe, poco fina con el saque, perdió un metro de pista y, tejiendo y tejiendo, Kenin la sobrepasó. La desbordó en el segundo set y el choque dio un revolcón anímico muy feo. Se aceleró Muguruza (atendida por molestias en la espalda) y llegó el nudo en la garganta porque la norteamericana, de origen ruso, no aflojaba. Si la dejas crecerse, Kenin no perdona. Te conduce a la monotonía. No hay bola que no lleve. Desespera. Que se lo pregunten a Serena Williams, a la que despachó hace un año en París, o a la efervescente Coco Gauff, a la que le aguó la fiesta en los octavos. Qué decir de Barty, a la que esperaba toda Australia. Es de hormigón la estadounidense.
En ese instante, a Conchita Martínez le hervía la sangre y se ponía ya de pie. Juntas lo habían hecho y juntas tenían que superar ese tramo de frío. “¡Sigue, sigue, sigue! ¡Ahí, ahí, ahí!”. Remó, remó y remó Muguruza, apretando los dientes conforme más le exigía Kenin y corriendo de un lado a otro aunque le ardieran todos los músculos de las piernas. Sin embargo, la final se le había ido poco a poco de las manos. Con 2-2, Kenin desbarató tres pelotas de break (Garbiñe, 2 de 12 al final) y acto seguido pegó con el mazo: rotura, 4-2 y el siguiente servicio a buen recaudo. Qué personalidad la de esa chica, qué autocontrol. Retumban los nombres de Gauff, de Anisimova, de un mediático ramillete de adolescentes, pero Estados Unidos festeja y encumbra ahora a Kenin. Su resistencia bloqueó a Muguruza, a quien se le empezó a nublar la mirilla y a entumecer el brazo. Cometió primero dos dobles faltas [ocho en total, por ninguna de su adversaria, que cometió 22 errores menos (23-45)] y en el instante definitivo los fantasmas volvieron a jugarle una mala pasada. Bola al aire, duda, rectificación. De nuevo arriba, y más dudas. Se fue larga y el sueño australiano de estos días terminó sin gloria. Se quedó sin el tercer grande Muguruza, pero ha redescubierto el camino. Tendrá más oportunidades. Así, el horizonte se contempla de otra forma.
3 MILLONES
de dólares suman las ganancias que ha obtenido durante su carrera la deportista estadounidense.