Diario Expreso

Deyá tiene más casas turísticas que habitantes

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Alos pies de la Sierra de Tramuntana, hogar del novelista Robert Graves y refugio de artistas de la pintura y la canción, se enclava entre montañas el pueblo de Deyá, un municipio de 15 kilómetros cuadrados con cinco kilómetros de costa.

Localidad de calles estrechas, casas de no más de dos alturas y revestidas de piedra, hacen de Deyá uno de los lugares más visitados de la isla. Un pueblo de no más de 400 residentes en invierno que durante el verano se desborda: en plena temporada alta su población se triplica, a lo que hay que sumar los visitantes diarios. De hecho, solamente tiene 617 habitantes censados, pero cuenta con 1.126 plazas turísticas autorizada­s.

Esta situación ha provocado que la asociación ecologista Terraferid­a denunciase la semana pasada que solo en el portal de alquiler turístico

Airbnb se ofertan más plazas (618) que el número de personas censadas en la localidad. El portavoz de la entidad, Jaume Adrover, pide al Ayuntamien­to de

Deyá que paralice la concesión de licencias: “Que las suspenda cuanto antes para frenar la especulaci­ón del suelo y evitar un alud de peticiones de permisos para construir”.

El Consell de Mallorca, administra­ción competente en la regulación del alquiler turístico, declaró cuatro de sus cinco núcleos urbanos como zona saturada, por lo que únicamente se puede alquilar turísticam­ente la vivienda habitual dos meses al año. Ejemplo (y consecuenc­ia) de esa saturación está en que durante los meses de temporada alta se importa agua desde Palma, que llega en camiones cisterna para abastecer el incremento de la demanda.

El alcalde del municipio, Lluís Apesteguia, califica esta situación de insostenib­le turística y socialment­e. “A este ritmo a Deyá le queda poco como comunidad, no más de tres generacion­es”, sentencia. Apesteguia asumió la vara de mando en las pasadas elecciones liderando una agrupación de izquierda ecologista que, por primera vez, ha dejado fuera del poder a la derecha. Uno de sus compromiso­s es revisar las normas subsidiari­as para contener el crecimient­o de este fenómeno.

Mientras esa revisión llega, se irán adoptando otras medidas como bonificaci­ones fiscales “a los propietari­os que apuesten por el alquiler de larga duración a precios razonables”, además de ofrecer ayudas a jóvenes y estudiante­s que quieran vivir de alquiler en el municipio. El alcalde insiste en que toca elegir si quieren “ser un pueblo o un resort” y apuesta por fijar unos límites. Aunque sin olvidar la importanci­a del sector en el municipio: “Vivimos del turismo, pero no para el turismo”.

617 HABITANTES

tiene la ciudad, pero cuenta con 1.126 plazas turísticas autorizada­s.

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EL PAÍS Deyá. Las autoridade­s de este municipio mallorquín apuestan por fijar límites en el aspecto turístico.

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