Diario Expreso

Sharapova dice adiós al tenis entre la gloria y la sombra del dopaje.

La rusa cuelga la raqueta a los 32 años tras una carrera partida en dos: fue número uno, pero siempre le acompañará el rastro del dopaje

- ALEJANDRO CIRIZA ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO

El tenis me enseñó el mundo, y me enseñó de qué estoy hecha. Es con lo que me puse a prueba y con lo que afronté mi madurez

MARÍA SHARAPOVA, tenista rusa

La escena, que transcurre en las entrañas de la Caja Mágica hace un par de años, es simbólica a más no poder. Ahí abajo, en medio de una vorágine en la que se entremezcl­an periodista­s, tenistas y el personal del torneo madrileño, María Sharapova reflexiona con las piernas estiradas de una silla a otra y se cubre por completo con una toalla, como si estuviera haciendo meditación. Deportivam­ente, ya es la gran olvidada. La atención está en otra parte. Y su nombre está manchado. Ahora, en un oscuro segundo plano, la tenista más mediática de las dos últimas décadas junto a Serena Williams cuelga la raqueta.

Lo hace con una carta publicada por las revistas Vogue y Vanity Fair en la que explica que ya no puede más, que lo ha intentado por todos los medios pero que su cuerpo tampoco resiste. Las lesiones ponen el broche a una carrera que comenzó entre brillos y se cierra en la penumbra, porque el tenis despide a dos Sharapovas: una, el ícono que se transformó en un fenómeno de impacto total, cuando conquistó Wimbledon (2004) con solo 17 años, se convirtió en la número uno a los 18 y luego completó el trébol del Grand Slam con los otros tres majors, el Open de Australia (2008), Roland Garros (2012 y 2014) y el US Open (2006); la otra, aquella reina destronada que en 2016, cuando su trayectori­a ya picaba hacia abajo, anunció su positivo por consumo de meldonio.

Ese 8 de marzo de

2016 fue el principio del fin. A partir de ahí, la deportista enfiló una fase crepuscula­r. En su defensa dijo que consumía desde hace una década el fármaco, detectado en un control antidopaje efectuado en Australia un mes antes, con el objetivo de controlar la diabetes. Sin embargo, la Agencia

Mundial Antidopaje le castigó durante 15 meses, aunque inicialmen­te iban a ser 24, dos años, pero el Tribunal de Arbitraje Deportivo finalmente los redujo por defectos de forma atribuible­s a la ITF y al agente de la jugadora. Desde entonces, la historia de Sharapova cambió por completo.

Desapareci­eron los éxitos y el glamour, y su reingreso al circuito fue tortuoso por las lesiones. A partir de ahí, solo un trofeo muy menor, en Tianjin (2017), y un patinazo tras otro. En los grandes no logró franquear la barrera de los cuartos (París, 2018) y en los tres últimos fue apeada en la primera ronda. De puertas adentro, un buen número de profesiona­les le volvieron la cara porque había hecho trampas y perdió la credibilid­ad, y mediáticam­ente su figura se deterioró.

“Al dar mi vida al tenis, el tenis me dio una vida. Lo extrañaré todos los días”, dice en su escrito de despedida Sharapova. “Mirando hacia atrás ahora, me doy cuenta de que el tenis ha sido mi montaña. Mi camino se ha llenado de valles y desvíos, pero las vistas desde la cima eran increíbles”, prosigue en un texto lleno de reflexione­s existencia­listas. “El tenis me mostró el mundo, y me mostró de qué estaba hecho. Es cómo me probé y cómo medí mi crecimient­o. Y así, en lo que sea que elija para mi próximo capítulo, mi próxima montaña, todavía estaré presionada. Seguiré escalando. Seguiré creciendo”, añade.

Ahora, a los 32 años y con un sabor más bien amargo, Sharapova se va para explotar su faceta como empresaria, en un adiós que no sorprende demasiado. “¿Sí mereció la pena?”, plantea en su carta. “Al final, claro que mereció la pena”, escribió la rusa, mientras deja un vacío importante en el circuito femenino porque, al margen de su episodio del meldonio, el tenis pierde a uno de sus mayores activos de los 20 últimos años.

EL DETALLE

Ganancias. La rusa acumuló durante su carrera tenística cerca de $ 37 millones. Por publicidad, solo en 2015, $ 30 millones.

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Recurso. María Sharapova no encontró otro remedio que poner fin a su carrera de tenista debido a las lesiones.

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