“Me causa más ansiedad la universidad que el virus”
En España, los campus abren atención psicológica a sus alumnos, estresados con el futuro; y a los profesores, inquietos con una docencia virtual impuesta
Pretenden que estemos las 24 horas, los siete días, pendientes de todos los dispositivos.
SORAYA
Estudiante universitaria
Nuestros universitarios tienen estos días más problemas psicológicos que tecnológicos.
MANUEL CASTELLS
Ministro de Universidades español
“No sé en qué momento me ha empezado a dar más ansiedad la universidad que la pandemia que hay fuera”, confiesa una universitaria gallega en Twitter. “Me están dejando bastante más tocado de lo que pensaba la ansiedad y el estrés de no ser lo suficientemente productivo en la universidad al estar encerrado”, reconoce en la red otro gallego que asegura no tener tiempo para hacer tantos trabajos. “Tengo la misma concentración que una ameba desde hace 40 días”, le contesta con sorna un amigo.
El enclaustramiento, el paso exprés a la docencia virtual o la incertidumbre de no saber cómo y cuándo van a ser los exámenes preocupa en extremo a muchísimos universitarios. Con el fin de paliar esta angustia, muchas universidades han activado o reforzado servicios de atención psicológica que van dirigidos no solo a los estudiantes, sino a toda la comunidad universitaria.
Paradójicamente, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, basado en 3.500 encuestas, concluye que las personas entre 18 y 39 años presentan estas semanas de cuarentena más ansiedad, depresión o sentimiento de soledad que los mayores de 60. Estos últimos se muestran más tranquilos y reconocen controlar mejor sus emociones.
A Soraya, en primero de carrera, le diagnosticaron una depresión a los 12 años de la que no ha salido. Entró este curso en la carrera con un 13,29 sobre 14 en Selectividad y ahora teme perder la beca.
“Las cosas se están poniendo muy mal, veo a mi madre dando alimentos a la gente del barrio... y en la universidad parece que quieren entrenarnos para soportar la presión y no debía de ser así”, argumenta la madrileña. “No estoy aprendiendo, hay profesores que dan basura. Pienso solo en aprobar para no gastar más dinero”.
Lamenta que la pandemia se vaya a cebar con personas vulnerables como ella y cree que muchos profesores no son comprensivos, “algo más los que son jóvenes”. Calcula que sus tareas se han triplicado. “Pretenden que estemos las 24 horas del día los siete días de la semana pendientes de todos los dispositivos, porque van actualizando trabajos, clases...”, recuerda indignada.
El ministro Manuel Castells, que se ha reunido con el colectivo estudiantil de forma telemática, se hace eco del hondo pesar de Soraya: “Tengo la sensación de que nuestros universitarios tienen estos días más problemas psicológicos y pedagógicos que tecnológicos”.
Las cifras le dan la razón. La conferencia de rectores (CRUE) calculó en abril que un 3 % de sus alumnos (unos 36.000) tenía trabas de conexión o falta de medios informáticos, pero son más los que estos días sufren todo tipo de trastornos psicológicos, en unos casos agravados por la pandemia y en otros producto de esta.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una quinta parte del mundo va a padecer una afectación mental -el doble que en circunstancias normalesy la comunidad universitaria española (1,3 millones de estudiantes, 120.000 profesores y 60.000 personas de administración y servicios) no quedará exenta de ello.
Los estudios preliminares en España van en esa línea. La UNED ha encuestado a 500 personas y ha concluido que un tercio de los participantes presentaba estas semanas un trastorno de ansiedad generalizada; la misma proporción tenía alterados los patrones de sueño severamente; y una quinta parte requería intervención profesional para la depresión.
La Complutense abrió en 2017 Psicall, un call center de atención psicológica a sus alumnos. Con la crisis se ha reforzado con más personal (todos psicólogos titulados), horario, y se ha ampliado a toda la comunidad universitaria.
El 60% de los que contactan son alumnos y muchos prefieren hacerlo por correo electrónico. Es un primer acercamiento orientativo y, si el caso lo requiere, se deriva a la persona a un psicólogo, un abogado, un asistente social o incluso la policía en casos de violencia.
Cristina Larroy, directora de la Clínica Complutense de Psicología y del servicio, reconoce que la demanda del Psicall está creciendo: “A los alumnos les preocupan las fechas de los exámenes, que han cambiado, la evaluación…”.
Pero Larroy relata que también llaman profesores estresados, “el paso a la docencia online tan rápido ha sido traumático para muchos, sobre todo para los que no estaban muy habituados”. Aunque ella quiere verle la parte positiva: “Yo, que ya usaba la plataforma, estoy conociendo herramientas que no conocía”.
“Al principio los que llamaban tenían miedo de contraer la enfermedad y ahora lo hacen más por la incertidumbre de lo que nos espera, la crisis económica, el paro…”, prosigue.
EL DETALLE
Estadísticas. En las primeras semanas un 65 % señalaba que el virus era el motivo de la consulta; ahora ese es solo un 12 %.