Solo unidos y disciplinados lograremos superar el desafío
Bastó un virus para que el mundo cambiara. Nos cambió la vida, a los ecuatorianos y al mundo entero; y quizás, para siempre.
El sufrimiento que vemos, las limitaciones de la ciencia, de los sistemas de salud y la angustia de quienes no pueden trabajar y generar ingresos han ido animando un sentido de responsabilidad frente al cuidado personal y la solidaridad frente a los que viven con angustia la escasez y la incertidumbre y avivando la reflexión para encontrar los caminos para una economía más justa, más humana y más inclusiva.
Sobre el terreno incierto, desafiante y desesperanzado de los primeros contagiados ha empezado a florecer la esperanza. Vemos luces para encontrar caminos al dilema ético que enfrentamos como sociedad: salud o economía, protección o trabajo, responsabilidad o necesidad, ingresos o hambre.
La crisis en la economía y en la vida social, originado por la restricción obligatoria, es preocupante: millones de personas que viven de la informalidad y del día a día, los micro y pequeños empresarios, los desempleados por el cierre de negocios y de las múltiples reducciones del empleo han dejado de recibir ingresos. Y la crisis nos ha ubicado.
Nos mostró una realidad socioeconómica desequilibrada que hoy reconocemos como inaceptable. Vemos un modelo económico de producción y consumo de concentración de riqueza como una creación humana, histórica, que podemos y tenemos que cambiar.
Ante esta preocupante realidad, en medio de todas las dificultades, compartimos nuestra esperanza: que todas las expresiones de solidaridad y compromiso ético y humano que palpamos hoy los convirtamos en caminos para afrontar la crisis del COVID-19 y sentar las bases para implementar un nuevo replanteamiento económico financiero, que nos saque a los ecuatorianos de la crisis que nos agobia. ¡Juntos, unidos, solidarios y ayudándonos mutuamente lograremos superar este gran desafío!
Eco. Mario Vargas Ochoa