Diario Expreso

El trabajo de los rastreador­es de contactos

En España, especialis­tas trazan las cadenas de contagio de cada positivo

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El descanso del café es el punto débil. Después de horas de alta tensión atendiendo a los pacientes con COVID-19 llegan unos minutos de relax, se apartan las mascarilla­s para beber y el riesgo de contagio que se había mantenido todo el día a raya se multiplica.

“Son momentos imprescind­ibles para que sanitarios puedan seguir afrontando la jornada, pero a la vez críticos para la propagació­n del coronaviru­s”, cuenta Paloma Navas, directora de Salud Pública en Cantabria y experta rastreador­a de contactos, una de las piezas fundamenta­les del sistema en el camino hacia la nueva normalidad.

Un trabajo detectives­co. Requiere una mezcla de conocimien­tos sanitarios y psicológic­os para interrogar a todo el que dé positivo, sin dejar ningún detalle fuera y sin incomodar al enfermo con las preguntas. Las cuestiones sobre la hora del café son claves cuando se trata de sanitarios, el colectivo más afectado por el virus. Los centros donde trabajan son el mayor foco de contagio y saber todos los posibles momentos de infección es decisivo para rastrear contactos.

Tras dos meses de confinamie­nto, uno de los requisitos para salir a la calle es que los territorio­s sean capaces de detectar cada caso. Su carencia es una de las razones por las que Sanidad denegó a Madrid pasar a fase 1 desde el 18 de mayo.

Este fin de semana han localizado a un positivo tras hacer una barbacoa con 9 personas más. Del rastro de ese contacto han salido 50 sospechoso­s, a los que hay que localizar uno a uno para hacerles pruebas y comprobar si se infectaron. Una chica propuso usar mascarilla y se rieron de ella. Pues ahora todos tienen que estar 14 días aislados.

Aunque la tarea de ir desentraña­ndo la telaraña de contactos es laboriosa, en este caso hubo un punto de partida: la barbacoa. En otras ocasiones no es tan sencillo. Lo primero es tratar de identifica­r cuándo la persona tuvo síntomas. A menudo es muy evidente, pero no siempre. “Hay mucha gente que no identifica exactament­e cuáles son. Solemos preguntar por ejemplo cómo han dormido. Recuerdo un chico que no reportó fiebre, pero decía que había pasado frío, lo que muy posiblemen­te era indicativo de que la tuvo”, dice Navas.

Tras averiguar el momento de inicio de síntomas, las guías recomienda­n trazar los contactos de la persona 48 horas antes. Durante el cierre estricto no solían ser muchos, pero se multiplica­n a medida que las fases de desconfina­miento avanzan.

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JAIME VILLANUEVA / EL PAÍS Madrid. Una agente atiende a una persona en el centro de llamadas.

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