Ojos venezolanos en la seguridad de Colombia
El Gobierno de Maduro aseguró que se infiltró para justificar el último fallido complot contra el régimen chavista.
La incursión marítima del pasado 3 de mayo en dos playas próximas a Caracas ha desencadenado un vendaval geopolítico en el que se cruzan acusaciones, sospechas y evidencias de un rompecabezas con piezas en Venezuela, Colombia y EE. UU. El último complot fallido contra Nicolás Maduro, el más disparatado de todos, no afecta solo a la oposición al chavismo, con Juan Guaidó a la cabeza.
La llamada Operación Gedeón, que acabó con al menos 7 muertos y decenas de detenidos, siembra dudas en torno al conocimiento que la Inteligencia y las autoridades de esos países tenían de ese plan, que se fraguó entre Florida, Bogotá, y el departamento colombiano de La Guajira.
El ministro de Comunicación venezolano, Jorge Rodríguez, aseguró el lunes que el régimen tenía infiltrados en la Inteligencia y en las Fuerzas Armadas del país vecino, sugiriendo que esa circunstancia les permitió jugar con ventaja y desbaratar la misión.
Rodríguez presentó unas grabaciones con el propósito de demostrar la participación del exgeneral Clíver Alcalá y de un diputado opositor del partido Acción Democrática. Pero también lo hizo para tratar de involucrar al Gobierno de Iván Duque. “Esto es producto de las infiltraciones que nosotros tenemos en el seno de la Inteligencia colombiana, en el seno de la Inteligencia de la fuerza armada colombiana, que nos permitió acceder a muchas horas
de grabación de Hernán Alemán y de Clíver Alcalá Cordones”.
El presidente colombiano es, junto a Donald Trump, el principal valedor de la causa de Guaidó en el tablero internacional, se han desvinculado de lo sucedido en la costa de La Guaira. Sin embargo, está probado que la operación se fraguó al otro lado de la frontera, en Colombia, y que fue impulsada inicialmente por operadores políticos de Voluntad Popular, la formación de Guaidó y de Leopoldo López.
El exmiembro de las fuerzas especiales de EE. UU., Jordan Goudreau, se atribuyó el diseño del desembarco, en el que participaron exoficiales venezolanos y dos mercenarios norteamericanos, no más de cincuenta personas. Pero el dislate táctico ha hecho que, después de un año de preparativos, ningún dirigente opositor quiera asumir la responsabilidad. Ni siquiera Juan José
Rendón. El exasesor del rival de Maduro, conocido como JJ, reconoció haber firmado un contrato en octubre con la empresa de seguridad privada de Goudreau, Silvercorp, y haberle pagado un adelanto de 50.000 dólares. Aun así, asegura que al final se echó para atrás.
Las afirmaciones de Rodríguez cobran sentido con el paso del tiempo, ya que tanto en las filas opositoras como entre los militares en el exilio y todas las personas al tanto del plan cundían las sospechas de que la operación estaba infiltrada por Caracas.
Mientras tanto, no se ha podido esclarecer todavía quién dio la orden que acabó con un plan suicida el pasado 3 de mayo y que golpeó la credibilidad de Guaidó y de sus aliados.