El Gobierno se pasa la luz roja
Está ahí para constatar que se cumplan las medidas de bioseguridad. Porque él es un experto. Responde preguntas, prodiga instrucciones, revisa procedimientos… Se abre camino entre un círculo de gente que no le quita los ojos de encima. Ante las cámaras de televisión habla de los protocolos necesarios para mantener a raya el coronavirus, de los “cuidados importantes que se requieren” para luchar contra la pandemia. Él, de eso, sabe muchísimo. Sin embargo, mientras da lecciones, tiene el barbijo en el cogote. Parece un chiste. El ministro de la Producción, Iván Ontaneda, rocía de saliva los micrófonos de cuatro medios de comunicación que tiene por delante y les explica, muy seguro de sí mismo: estamos preparados.
Ocurrió en Cuenca, una ciudad que decidió mantener en rojo su semáforo hasta nuevo aviso. Ahí, Ontaneda solemnizó con su presencia la reactivación de 130 empresas del parque industrial, pasándose por el forro las disposiciones del alcalde. “El alcalde tiene que empezar a abrir los sectores”, declaró por encima de la mascarilla, como si no estuviera él ahí precisamente para abrirlos, diga lo que diga el Municipio.
A Ontaneda lo acompañó el ministro de Inclusión Iván Granda, que recorrió también las fábricas del parque industrial que reabrieron sus puertas. “Creemos -dijo- que en los próximos días vamos a fortalecer el sistema de salud pública de la ciudad de Cuenca y de la provincia, lo cual va a permitir ciertamente que el alcalde tome la mejor decisión que sea ciertamente ir a un semáforo amarillo”.
¿Piensa antes de hablar el ministro Granda? No solo viaja a Cuenca para legitimar la violación flagrante del semáforo rojo, perpetrada por 130 empresas, sino que reconoce abiertamente que la ciudad no está preparada para pasar al amarillo: lo estará cuando se haya fortalecido el sistema de salud pública, cosa que ocurrirá, probablemente, quizás, cree él, en los próximos días. Quizás no.