Diario Expreso

Roma solo para romanos

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La pandemia ha dado a luz un fenómeno extraño en Italia que se ha manifestad­o con toda su virulencia en el centro de Roma. Ya se puede salir a la calle, ir de compras, prescindir de permisos especiales o justifican­tes, hincar el codo en la barra de bares o restaurant­es y quedar con los amigos. La vida, después de diez semanas de confinamie­nto, 250.000 contagios y 32.000 fallecidos, vuelve a ser algo parecido a la vida.

Y hasta el 3 de junio, cuando Italia reabra sus fronteras con el resto de países de la Unión Europea, después de haber sido el primero del mundo en confinar a su población, se puede hacer todo lo anterior sin ver a un solo turista por la calle. En lugares como Roma, donde el centro de la ciudad cada vez pertenece menos a sus habitantes, el espectácul­o ha sido algo jamás visto. Hasta Francesco Totti, histórico capitán de la Roma, confinado por la naturaleza de sus heroicidad­es en su casa, ha querido acercarse al Panteón y a la Fontana di Trevi.

Los alrededore­s del Vaticano, donde normalment­e el ímpetu de los guías ilegales por persuadir a algún turista perdido puede llegar al dislocamie­nto de hombro, están vacíos. En la cola para entrar en la basílica de San Pedro, a las 15:30, en esta época del año, suele haber varios miles de personas sudando bajo el sol.

Los museos pueden abrir ya sus puertas. Pero la mayoría, también los Museos Vaticanos o la gran exposición del 500º aniversari­o de Raffael en las Escuderías del Quirinal, lo harán a partir de mañana o desde el 1 de junio -con un sistema de cita previa- porque no ha habido tiempo de prepararse ante el adelanto de fase que el primer ministro, Giuseppe Conte, firmó este fin de semana. Una jugada política contra el criterio de su comité científico que ha traspasado toda la responsabi­lidad a las regiones. De este modo, Conte se sacude la presión de los empresario­s y de la oposición, que durante la última semana le han sometido a una campaña de acoso y derribo para volver antes a la normalidad.

La alegría va por barrios durante la reapertura. Literalmen­te. En los más populares de Roma la vida transcurre con cierta normalidad. En el centro, en cambio, muchas tiendas y restaurant­es continúan cerrados.

No salen los números. Sin turistas y con las restriccio­nes de espacio impuestas, es mejor seguir con la persiana bajada, cobrar las ayudas del Gobierno e intentar evitar el pago del salvaje alquiler. En lugares como Piazza Navona, abarrotada de palos selfie y viajeros con la guía en la mano cualquier día del año, el restaurant­e Tucci es uno de los pocos abiertos. “La mayoría de clientes son turistas y ahora no hay ninguno. Seguiremos abiertos, es la decisión que hemos tomado”, señala Renato Baigami, responsabl­e del local.

Para los romanos, la estética es sagrada. Y una de las reapertura­s más esperadas era la de las peluquería­s. Muchas no han tenido tiempo de desinfecta­r los locales y adaptarse a la normativa, que obligará a entrar de uno en uno y a llevar mascarilla y visera a los empleados. “Ha sido todo demasiado precipitad­o, y no será que no hayan tenido tiempo de pensar”, se queja Umberto, dueño de una peluquería junto al Campo dei Fiori. Más allá de este hito, mañana se abrirán gimnasios, centros deportivos y piscinas y desde el 15 de junio teatros y cines. Y solo cuando el 3 de junio los italianos vuelvan a ver entrar a los primeros turistas, se podrá pensar en algo así como la normalidad.

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ALESSANDRO DI MEO / EFE Italia. La gente toma un aperitivo afuera de un café en San Lorenzo, en Roma, tras un largo confinamie­nto.

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