Guayaquil necesita del apoyo de todos
Para hablar de Guayaquil, se lo debe hacer con criterio imparcial y práctico, desde dos puntos de vista: Que tiene un modelo exitoso o que es un fracaso.
Las ciudades se desarrollan bien cuando existe liderazgo de su alcalde y coordinación con el Gobierno central para que los objetivos se cumplan.
El modelo de Guayaquil es producto de la transformación, porque fue sacada del marasmo en 1992, primero adecuando sus oficinas que eran un caos, limpiando la basura de la ciudad, ordenando que los costos por administración no sean mayores que para obras públicas.
El agua potable y alcantarillado eran deficientes, las calles en mal estado, etc. Todo fue cambiado durante dos administraciones. Ahora veo muy diferente a Guayaquil, buena obra pública, servicios básicos, regeneración urbana, transporte público funcionando y en proceso otro sistema, ciudad turística, un marcado cambio.
Hacer una panorámica real es importante: Siempre el centralismo está presente, recuerden que un “guayaquileño” que gobernó el país más de diez años estuvo en contra de Guayaquil. La buena salud de la ciudad, desde su fundación, fue obra de la empresa privada.
El “guayaquileño” repitió la historia de negar a Guayaquil atención de la salud, ordenando desaparición del hospital de LEA y el Instituto de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez, que ahora servirían en esta pandemia; la administración del IESS se deterioró más, redujeron sus fondos y subieron la corrupción y su mala atención médica.
Construyó tres hospitales, pero con sobreprecios; con esos dineros debieron construir seis hospitales. Por supuesto, estos casos redujeron en forma superlativa la efectividad del modelo exitoso de Guayaquil.
Entonces no es un fracaso, ya que su cambio permitió que Guayaquil sea punto de turismo, obras públicas, aeropuerto premiado por su eficiencia. Por eso merece ayuda y no que le pongan anclas para detener su desarrollo.
Arq. Rodolfo López Osorio