Diario Expreso

Irina Moreno, la hija de papá

- ROBERTO AGUILAR colaborado­res@granasa.com.ec

“Yo no la nombré”, dijo Lenín Moreno en plan Poncio Pilato. Al escandalet­e causado por el cargo diplomátic­o de su hija, el presidente le sacó el cuerpo. En medio de la mayor crisis económica de la historia del país, cuando el Gobierno se encuentra empeñado en una política de austeridad y ahorro que incluye, en primera fila, a su servicio exterior, Irina Moreno es parte de la delegación ecuatorian­a en las Naciones Unidas con un sueldo de 7.700 dólares mensuales sin que a nadie en la Cancillerí­a le parezca contradict­orio. ¿Cómo llegó allá? Fue el propio presidente quien quiso tocar el tema en una entrevista organizada por la Secretaría de Comunicaci­ón. Representó ahí, a la perfección, el papel de padre ofendido por la maledicenc­ia humana (“la miseria de las redes”, dijo) y trasladó toda responsabi­lidad a manos de otros.

“Cuando yo salí de la vicepresid­encia -contó innecesari­amente, pues nadie lo ha olvidadoel­la fue llamada al servicio exterior. Yo ya no era vicepresid­ente. Yo no la nombré”. Claro que no. Ella fue nombrada por los mismos que lo pusieron a él, a Lenín Moreno, en Ginebra, con departamen­to frente al lago Lemán y un presupuest­o de 1,6 millones de dólares para cumplir una función que no tiene nada que ver con el servicio público ecuatorian­o y que la ONU considera honoraria. El correísmo, del que Moreno era entonces un asociado entusiasta, necesitaba mantener guardado en cajita de oro a su candidato para las siguientes presidenci­ales y no se le ocurrió mejor cosa que inventarle un sueldazo en la ciudad más cara de Europa. Con toda su familia. No nombró Lenín Moreno a su hija Irina, en efecto (fue el canciller Ricardo Patiño quien lo hizo), pero se la llevó para allá. Y luego la mantuvo en Nueva York.

Desde entonces, la hija de papá le ha costado al país unos 600 mil dólares que el presidente considera bien gastados. Porque Irina, a sus ojos de padre orgulloso, es genial. “M’hija ha sido la abanderada de su escuela”, empezó diciendo. ‘Magna cum laude’ en el colegio, ‘suma cum laude’ en la universida­d, con maestría en Suiza, con maestría en Inglaterra, con “habilidade­s extraordin­arias” como haber estudiado en la Academia de Bellas Artes de Florencia, con dominio de cinco idiomas y avanzados conocimien­tos de mandarín... “Cumple sus tareas (que hasta el momento nadie se ha dignado describir) de manera extraordin­aria”. En suma: a los miles de servidores públicos del Ecuador que han perdido su trabajo y lo seguirán perdiendo como consecuenc­ia de los recortes y de la política de austeridad que impone la crisis, el presidente les está diciendo (sin ruborizars­e siquiera) que su hija se merece su puesto y su sueldazo más que ellos. De frente y sin anestesia.

En su exquisita delicadeza, Irina solicitó “hace algún rato” su separación del cargo, cuenta el presidente “para informació­n de la gente que vive de la comidilla”, que es como él llama ahora al escrutinio público cuando le concierne. Solicitó su separación pero el embajador a cargo de la misión en Naciones Unidas la retuvo. Y como papá es apenas el presidente de la República, no parece haber nada que pueda hacer al respecto. Quiere sacar a su hija de ahí, su hija se muere por salir, pero ambos tienen las manos atadas. Pobrecilla Irina: en Nueva York, con 7.700 mensuales y contra su voluntad. Debe ser un infierno. No les queda más que seguir esperando, se lamenta papá, esperando hasta que el embajador decida dejarla ir, “ojalá sea pronto”. Ojalá.

A los miles de servidores públicos que pierden su trabajo debido a las políticas de austeridad, Lenín Moreno les dice que su hija se merece su cargo más que ellos’.

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MIGUEL RODRÍGUEZ / EXPRESO
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