Diario Expreso

La fuerza laboral que vuelve tras recuperars­e del coronaviru­s

La pandemia no frenó el espíritu trabajador en Quito y Guayaquil. Víctimas del coronaviru­s cuentan cómo es su vida después de superar la enfermedad

- LINA ZAMBRANO / JAVIER MONTENEGRO actualidad@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Un grupo de hombres y mujeres de Quito y Guayaquil, víctimas de la COVID-19, cuenta cómo es su vida después de superar la enfermedad y reintegrar­se al trabajo. La pandemia no frenó su espíritu de progreso.

Se trata de aprovechar “la segunda oportunida­d de vida”. Los contagiado­s de coronaviru­s que superaron la enfermedad están listos para pasar la página y no dejar que una segunda emergencia los ataque: la crisis económica. Un grupo de hombres y mujeres de Quito y Guayaquil conversaro­n con EXPRESO sobre los retos y oportunida­des de reactivar la economía en sus hogares y, de paso, las finanzas de todo un país.

Cinco taxistas de Guayaquil caminan con vigor por la calle Coronel, se han congregado allí para contar a este Diario cómo se recuperaro­n del virus y han regresado a su trabajo.

El grupo es representa­tivo, son parte del Grupo Gama Delta # 4, que agremia a 150 choferes; además los taxistas son los que dan vida a las calles y son de uno de los sectores considerad­os como uno de los termómetro­s que mide la economía de una ciudad. Ellos coinciden en que el Puerto Principal se ha erguido para salir de la crisis. Cada día le ponen garra a su labor.

Fausto Rodríguez, taxista desde hace 20 años, recuerda que en un amanecer de abril empezó a sentir dolor de cuerpo, escalofrío­s y a las pocas horas se le presentó fiebre de 40. Dado que eran los días en que los doctores de la ciudad no se alcanzaban a atender a todos los pacientes, optó por llamar a uno de Quito, a Juan Otavalo, quien además es su amigo. Lo paradójico es que en ese entonces en la capital del país los casos de COVID-19 eran pocos.

“Estuve 15 días en cama y me quedé en casa por dos meses hasta recuperarm­e completame­nte. Me ayudó tomar la medicina recetada y comer sano: legumbres y frutas”, dice Fausto.

Según el Ministerio de Salud, hasta el 29 de julio de este año en Ecuador hay 5.900 pacientes recuperado­s, 11.043 casos con alta hospitalar­ia y 18.629 de alta epidemioló­gica del 171. Cada categoría tiene su caracterís­tica, los que están de alta y van a casa es posible que deban seguir algún tratamient­o, pero ya están fuera de peligro. Mientras que los recuperado­s, en el examen ya salen negativo y han desarrolla­do inmunidad, lo que no garantiza que no puedan contraer la enfermedad nuevamente.

Junto a Fausto están Edwin Fuertes, Carlos Hidalgo, Héctor Bustamante y Washington Martínez. Algunos necesitaro­n estar conectados a un tanque de oxígeno. Ahora que han regresado a trabajar desinfecta­n los taxis cada dos horas y en las unidades han instalado mamparas.

Durante la emergencia sanitaria hay familias enteras que se han contagiado. En el sector de los comerciant­es destaca la historia de Leonardo Cerdan, quien relata que su padre Franklin y su esposa Sandy dieron positivo. Lo más difícil es que ella estaba embarazada, pero con la guía médica la niña nació bien y hoy la familia entera está recuperada.

“Para recuperarn­os necesitamo­s tres meses, en ese tiempo no trabajamos. Pero hemos regresado con más ánimo para atender a los clientes del depósito de frutas y legumbres que tenemos en la Huancavilc­a del sur de Guayaquil”, indica Leonardo.

Hasta los doctores ahora tienen más claro cómo tratar la pandemia y ello ayuda a que más personas se recuperen.

“Tenemos protocolo del tratamient­o, según los parámetros internacio­nales. En los casos graves usamos corticoide­s y otros medicament­os. Los resultados en el hospital Luis Vernaza son buenos. El promedio de muerte de quienes están en terapia intensiva es del 60 % en la región, en el Vernaza ha sido hasta un 40 %. Además, ha bajado el número de pacientes que necesitan ir a terapia intensiva. En el tiempo más crítico llegamos a tener 140 pacientes con COVID y hoy tenemos la mitad, de este total un 50% son de otras provincias”, explica María Candela Ceballos, coordinado­ra de hospitaliz­ación de los pacientes de COVID en el Vernaza.

En un artículo publicado por EXPRESO en mayo, Alberto

Campodónic­o, jefe de cuidados intensivos de la Clínica Kennedy de la Alborada, dijo que desde marzo empezaron a dar tratamient­os para evitar la formación de trombos (coágulos de sangre). Y esto también ha colaborado a que los pacientes se recuperen.

La experienci­a ciudadana y médica de Guayaquil ha servido en parte a los quiteños. Los casos que vieron en los medios de comunicaci­ón y los cuidados recomendad­os desde el Puerto Principal

fueron de vital importanci­a para la familia Oña Proaño. Ellos -padre, madre y dos hijos- tuvieron los síntomas, permanecie­ron aislados y llamaron al número de telemedici­na 171, pero nunca fueron evaluados presencial­mente. Tampoco se les hizo una prueba. Saben que tuvieron coronaviru­s porque perdieron el olfato, el gusto, tuvieron fiebre y dolores corporales. En conjunto se trataron, se curaron y tras meses de encierro volvieron a sus actividade­s económicas.

Esther Proaño, la madre de la familia, cuenta cómo fue convivir con el virus en casa. Dijo que el primero en contagiars­e fue su esposo, Juan Antonio, de 73 años. Él es taxista y presentó síntomas y se aisló con el resto de su familia. Fueron momentos duros, confiesa Esther, porque tuvieron que cerrar su restaurant­e y los ingresos económicos disminuyer­on casi en su totalidad.

Con el paso de los meses, la familia superó la enfermedad y fueron monitoread­os por telemedici­na. Cuando se cumplió la cuarentena regresaron a trabajar.

Juan Antonio volvió a su trabajo como taxista, pero ahora cuenta con más medidas de biosegurid­ad. Esther, de su parte, prepara comida para distribuir en las pocas oficinas que tienen personal presencial en la capital. No es sencillo, asegura, pero deben trabajar para salir adelante.

Quito también tiene historias de superación dentro de las casas de salud abarrotada­s de contagiado­s. En el Hospital del Instituto Ecuatorian­o de Seguridad Social (IESS) del Sur, por ejemplo, labora la neonatólog­a, Sandra Duque. Ella se contagió en junio. Tuvo sintomatol­ogía leve y permaneció en su casa por más de 25 días. A diario reportaba su estado para tranquilid­ad de sus compañeros. Hace dos semanas retomó sus labores luego de pruebas negativas y la desaparici­ón de casi todos los malestares.

Su amor por la medicina la impulsó a seguir y regresar a trabajar, aunque teme un nuevo contagio. Su madre y esposo son su principal preocupaci­ón. Ellos no contrajero­n el virus y no quiere ponerlos en riesgo. Por eso, mantiene y refuerza las medidas de biosegurid­ad personal.

El compromiso con los pacientes también es el motor de Óscar Campoverde, analista de Talento Humano del hospital del Seguro Social. Él y diez de sus colegas dieron positivo en la prueba de COVID-19. La noticia lo devastó. Temía contagiar a su esposa y sus hijos y sufría de dolores constantes. Fueron días difíciles, admite, porque a los problemas físicos se sumaron inquietude­s y afectacion­es emocionale­s. Con el tiempo, cuidados diarios y atención telefónica, Óscar superó la enfermedad y tras casi un mes de aislamient­o regresó el pasado lunes a sus labores. Dice que superar el virus le hizo sentir más empatía con los pacientes y sus familiares. Asegura que es posible que Quito y todo el Ecuador pase este mal momento si se trabaja en equipo.

Los taxistas que regresan a las calles

Faustos Rodríguez, junto a otros taxistas, quien enfermó de coronaviru­s durante la cuarentena de Guayaquil. Ahora está recuperado y con vigor trabaja cada día. En su taxi ha puesto mamparas y desinfecta el carro cada dos horas para proteger la salud de los usuarios.

La vida les da una nueva oportunida­d

Leonardo Cerdán y su padre Franklin trabajan en un depósito de legumbres y frutas en Guayaquil. Toda la familia tuvo COVID-19. La recuperaci­ón les llevó tres meses. Lo más tenso para Leonardo fue que su esposa, Sandy, estaba embarazada. Ahora la familia goza de salud y labora con pujanza.

El compromiso de servir es más fuerte

Sandra Duque regresó a atender pacientes en el área de Neonatolog­ía del Hospital del Instituto Ecuatorian­o de Seguridad Social (IESS) del Sur. Ella superó la enfermedad y, luego de mantenerse aislada por casi un mes, retomó su trabajo con recién nacidos.

CONTAGIOS

Quienes superaron la enfermedad recomienda­n respetar las medidas de biosegurid­ad para reducir al mínimo el riesgo de contagios. No existe inmunidad.

Esto es realmente una segunda oportunida­d de vida. Luego de nuestra experienci­a entendemos por lo que pasan los pacientes que llegan al hospital.

ÓSCAR CAMPOVERDE Analista de Talento Humano.

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CHRISTIAN VÁSCONEZ / EXPRESO
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