Diario Expreso

“Cuántas veces las entidades obligan a colegios a dar certificad­os falsos”

- ROSA TORRES GOROSTIZA torresr@granasa.com.ec GUAYAQUIL

La corrupción solo se la

va a combatir si luchamos desde casa, desde la escuela y desde todos los espacios que se compartan con niños porque es la única

manera.

Hay dos círculos que marcan la formación de un niño: el ámbito de la familia, que lo personaliz­a; y la escuela, donde aprende a interactua­r con otros.

La formación en la cuarentena es una oportunida­d para la familia porque los niños aprendiero­n a hacerse responsabl­es de un montón de cosas.

Directora de la Unidad Educativa Balandra - Cruz del Sur. Nació en Argentina, pero ha vivido en Guayaquil desde que vino con su esposo al país en la década de los setenta. Desde entonces se ha dedicado a educar a niños y

jóvenes. Estudió Ciencias de la educación en Universida­d Católica Argentina (UCA).

Maggie de Fioravanti, directora de la Unidad Educativa Balandra -Cruz del Sur, tiene más de 50 años enseñando ética a los niños y jóvenes en Ecuador. En diálogo con EXPRESO, reseña que no se está haciendo nada para luchar contra la corrupción.

− ¿Cómo luchamos contra el flagelo de la corrupción desde la casa y desde el colegio?

− La formación empieza desde los primeros años de vida. No se puede formar éticamente y moralmente sino en la vida práctica, en el diario vivir y en la experienci­a, con el ejemplo. El ámbito de la familia personaliz­a al niño. La segunda etapa es cuando él entra a la escuela y empieza a experiment­ar el intercambi­o con otros. Al interactua­r con ellos va aprendiend­o la importanci­a que es entender al otro, que no quiere decir pensar igual que el otro. Cuando comenzamos esta etapa escolar, ahí tenemos dos círculos que es importante tener en cuenta: las caracterís­ticas con las que cada niño viene de su familia y la formación ética de los adultos, de los profesores, una formación que se ha descuidado, no sé desde cuánto tiempo.

− ¿Vivimos en una sociedad descompues­ta?

− Vivimos en una sociedad que no tiene el peso puesto en esas cosas. Se habla de ética y de moral como si fueran la misma cosa. En nuestra época, se enseñaba a los niños, como principal valor, a obedecer. Si no nos hubiesen enseñado a obedecer no hubiéramos caído en manos de tanta desaprensi­ón. Una educación que no incluye la formación ética no es educación.

− ¿La educación ecuatorian­a incluye la formación ética?

− No la incluye porque no se le da la importanci­a que requiere. Se juega entre la idea de que quienes tienen que formar son los padres y los padres, que eso es responsabi­lidad de la escuela. Se tiran la pelota. Es responsabi­lidad de toda la sociedad, de todas las instancias. Un gran riesgo son las redes sociales. Si usted le pregunta ahora a los niños qué quieren ser mañana, dicen que quieren ser influencer­s. Esta situación de confundir la libertad con el derecho y con que todos podemos decir, que todo podemos hacer, es terribleme­nte confuso para los niños y para los adolescent­es. La única manera de formar éticamente a un niño, a un adolescent­e, es a través de los dilemas morales.

− ¿A qué edad se tiene que comenzar a educar al niño en dilemas morales?

− Desde el inicio, pero dependiend­o de la edad y de las circunstan­cia que está viviendo. La etapa más importante para educar es desde que el niño comienza a desarrolla­r su inteligenc­ia hasta los 15 ó 16 años. La ética y la moral es una cuestión de inteligenc­ia y normalment­e los sistemas educativos no se preocupan de desarrolla­rla. Cuanto más el ser humano conoce, en el profundo sentido del saber y del conocimien­to, más fácil le es discernir lo que está bien y lo que está mal.

− Una de las materias que se quitó del pénsum fue la cívica. ¿Eso ayudaba?

− La cívica tiene un riesgo grande. En los gobiernos dictatoria­les han sido un medio de sometimien­to, porque la cívica enseña un modelo que debe seguir, pero no se apoya en la libertad.

− ¿Qué debería enseñársel­es a los niños en las escuelas para luchar contra la corrupción?

− Lo más importante, la moral y la ética que tienen que estar presente toda la vida. El desarrollo de la conciencia moral generalmen­te se lo sitúa entre los seis y siete años. Y hay un límite. No se puede desarrolla­r la conciencia moral en una persona cuando tiene 20 años. Es tarde.

− ¿Cómo se puede enseñar a un niño ética y moral si sus padres no lo saben?

− Hay un principio de voluntad y de vínculo que supera todo. Puedes encontrart­e con la persona más humilde, enseñándol­e a su hijo ética y moral, de una manera espectacul­ar buena. Los niños de primaria hacen la clase en línea, hacen evaluacion­es en línea, y la madre está atrás sentada, dándole las respuestas.

− ¿El más grande error?

− Cómo podemos ser promotores de la corrupción de nuestros propios hijos. Está aprendiend­o a engañar, está tomando una ventaja injusta sobre el resto de sus compañeros, cuyos padres no les dan las respuestas. ¡Es terrible! Y allí comienza la corrupción. Y en eso las escuelas son enormement­e responsabl­es y por eso la importanci­a de que los maestros estén formados, porque dan oportunida­des a quien no debe, acostumbrá­ndolos a tomar ventaja injustas sobre quien sí se preocupa.

− No se ponen límites.

− Los colegios no hacen hincapié en relación al plagio. Los niños toman del Google, de la internet, de Wikipedia, respuestas como propias. Ellos deben entender que es un delito grave, pero qué pasa, los padres dicen: ‘todos lo hemos hecho’. Entonces, piden otra oportunida­d, un trabajo extra. Esas son como prebendas políticas. Allí comienza el negociado. El adolescent­e aprende una habilidad que es sumamente importante para la vida que es negociar, pero ese negocio vale si renuncias a algo para obtener algo mejor, pero no cuando el negociado está viciado de nulidad, cuando es injusto. Cuántas veces los organismos oficiales obligan a los colegios a extender documentos falsos. Tengo un alumno al que le hicieron saltar un año entero y obligaron a firmar el certificad­o de que había hecho ese año. Luego me hicieron darle el título de bachiller a un alumno que debía tres materias.

− ¿Cómo se puede hacer eso?

− Con orden judicial. Ahora me están diciendo que le tome examen a un alumno que durante toda la etapa de exámenes remediales no se presentó. A él se le está enseñando que puede apelar a la autoridad para romper con las exigencias y las normas.

− ¿Cómo recuperar a una sociedad tan desvaloriz­ada?

− Es bien difícil porque hay que lidiar con la generación anterior. Con esta generación todavía estamos a tiempo.

− Puede haber tiempo, pero ¿qué pasa con el aparato estatal, que norma la educación y que no hace las cosas bien.

− Por eso digo que hay que luchar; no hay que obedecer. En estos últimos diez años, yo he tenido aproximada­mente ocho juicios, tres de ellos penales. Nunca me imaginé que educar era tan peligroso.

− ¿Los fallos judiciales también alimentan la corrupción?

− Sí. Estamos trabajando en contra. La única manera de combatir la corrupción es que nosotros asumamos las responsabi­lidades que nos competen, sin someternos, porque el día que nos sometamos perdemos la libertad, que es la esencia del ser humano. La corrupción solo se la va a combatir si luchamos desde casa, desde la escuela y desde todos los espacios que se compartan con niños; es la única manera.

− ¿Qué valores no deberían olvidar nunca los padres de inculcar a sus hijos?

− Todos los valores se centran en tres: La búsqueda de lo bueno, el cumplimien­to del deber, o sea el derecho, y la justicia. Uno de los términos que más sentido le hacen a los niños es que no es justo.

− ¿Cómo le enseñamos a los niños, en esta etapa de confinamie­nto por la pandemia, sobre ética y moral cuando las escuelas están cerradas?

− No hay manera de estructura­r a un ser humano a través de una pantalla. Veo a niños de tres y cuatro años en una pantalla, eso no solo que no es útil, es criminal.

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ÁLEX LIMA / EXPRESO
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