Diario Expreso

Por un plato de lentejas y 30 monedas de plata

- FRANCISCO X. SWETT colaborado­res@granasa.com.ec

Corrían los años cincuenta y sesenta, y un hombre digno y con la requerida solvencia moral y de carácter gobernaba el país: José María Velasco Ibarra. Ecuador tenía un mar territoria­l que era un monumento al lirismo pues el país carecía de los recursos para defender la reclamada soberanía y el gobierno americano solamente aceptaba las doce millas adyacentes al litoral como patrimonio del Estado ribereño. Los buques atuneros por aquel entonces bajaban desde California a pescar el atún tropical frente a nuestras costas, dando así inició a la famosa Guerra del Atún.

Fueron años de intensa pugna, y los pocos buques de segunda mano de la Armada se dedicaron a hacerle difícil la vida a los atuneros. Era, literalmen­te, el enfrentami­ento entre David y Goliat y, contra todo pronóstico, David volvió a prevalecer porque el gigante abandonó el campo de batalla. El resto de la historia se desenvuelv­e alrededor de la potenciaci­ón del Ecuador como país que domina la pesca del atún tropical en el sector occidental de este vasto océano.

Por aquel entonces el gobierno lideró; pero, con el paso de la historia, hoy ha capitulado frente a los chinos y otros mercaderes de los océanos que se han convertido en los depredador­es de todos los mares, en abierta actitud de imperialis­mo y prepotenci­a, luego de haber sometido a gobiernos taimados que, literalmen­te, empeñaron la soberanía por un plato de lentejas y 30 monedas de plata.

La subordinac­ión ecuatorian­a ante el poder chino es avasallant­e y vergonzant­e. Es, por lo tanto, inaceptabl­e.

En la última década nos han dado anticipos a futuras ventas de petróleo de inaceptabl­e costo financiero, con manejo exclusivo de las cuentas del Estado. China es, virtualmen­te, el único acreedor bilateral, con sus créditos amarrados a bienes y servicios chinos. Ellos dominan los sectores de petróleo y minería, y tienen una balanza comercial que les favorece ampliament­e. Son los vectores del SARS-COV-2, que le ha costado al país la pérdida del 12 % del PIB y costará más de medio millón de empleos. Sin embargo, tienen la audacia de restringir su mercado de camarones por, supuestame­nte, hallar rastros genéticos del virus que parecería tener nostalgia de regresar a casa.

Ahora le toca al gobierno taimado enfrentar la reestructu­ración de una deuda que atenaza a la economía, cuando al mismo tiempo hay que pedirles más plata y empeñar más petróleo. Al mismo tiempo, tenemos a los corsarios paseándose por el “corredor” de la impunidad marítima, depredando felices y orondos lo que no es de ellos, cuando al mismo tiempo asaltan un ecosistema planetario que forma parte de nuestra seguridad nacional y alimentari­a.

Y, como respuesta, la Cancillerí­a emite loas; el gobernante ¡bien gracias!; Finanzas pide que le vuelvan a llenar el plato de lentejas; Defensa se declara indefensa, y Ecuador sigue postergand­o la adquisició­n del buque oceanográf­ico porque, en este caso, no hay plata para afianzar nuestros derechos marítimos, pero sí la hay para prepagar deudas y pagar millonario­s valores a los consultore­s financiero­s, pues los locales desconocen cómo funcionan los mercados financiero­s.

¡Que todo tiempo pasado fue mejor! José María, ¡cuánta falta nos haces!

Como respuesta, la Cancillerí­a emite loas; el gobernante ¡bien gracias!; Finanzas pide que le vuelvan a llenar el plato de lentejas; Defensa se declara indefensa, y Ecuador sigue postergand­o la adquisició­n del buque oceanográf­ico’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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