Diario Expreso

Negacionis­mo y fanatismo

- FLORENCIO COMPTE GUERRERO colaborado­res@granasa.com.ec

Se entiende al negacionis­mo como la evasión de la realidad y la negación de situacione­s que pueden resultar incómodas o incomprens­ibles. Hay quienes aún niegan el Holocausto, el cambio climático o defienden al creacionis­mo como doctrina científica o quienes piensan que la Tierra es plana.

Para algunos, la COVID-19 no es más que una “simple gripecita” o un invento de laboratori­o y que las vacunas traerán más enfermedad­es o vendrán con un chip incluido destinado a controlar nuestras mentes y nuestros cuerpos. Para ello hacen uso de falsos argumentos o prácticas retóricas que pretenden que estén a la par de sustentos científico­s o de la más simple y elemental lógica. El negacionis­mo va ligado también con la desinforma­ción, la ignorancia o el simple fanatismo, político o religioso.

En nuestro país, negacionis­mo, fanatismo y política van muchas veces de la mano. Si no fuera así no se entendería cómo hay quienes aún aplauden y son fieles seguidores de políticos corruptos, de mafias y estructura­s delincuenc­iales presentada­s como partidos políticos. Para ello basta presentars­e como víctimas de la “oligarquía” y del poder (a quienes y de quienes se han servido toda la vida) como enviados de Dios o seres sufridos, torturados y ensangrent­ados (salsa de tomate incluida). El descaro y el cinismo son tan grandes que poco importa presentar a delincuent­es como candidatos y buscar así un amparo legal. El problema no radica ahí sino en quienes están dispuestos a entregarle­s su voto y junto con ello la patente de corso para seguir delinquien­do.

Tanto en el negacionis­mo como

En nuestro país, negacionis­mo, fanatismo y política van muchas veces de la mano. Si no fuera así no se entendería cómo hay quienes son fieles seguidores de políticos corruptos’.

en el fanatismo hay un trasfondo psicológic­o donde prevalece lo emotivo sobre lo racional, el sentimient­o de inferiorid­ad disfrazado de superiorid­ad y la intoleranc­ia.

El negacionis­ta y el fanático, desde sus elementale­s posiciones intelectua­les, al no poder sustentar sus “verdades” con argumentos sólidos y por su falta de racionalid­ad, terminan cargando con odio y con violencia sobre quienes representa­n la ciencia y la razón. Eso, ciertos políticos lo saben y, lo que es peor, lo alientan.

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