Diario Expreso

RÍOS, CADA VEZ MÁS ASFIXIADOS

La sedimentac­ión y deforestac­ión afectan a la cuenca del Guayas. El dragado no es la única vía para frenar y remediar el problema

- DIANA SOTOMAYOR Y BLANCA MONCADA

EL SEDIMENTO LE HA GANADO ESPACIO A VARIOS AFLUENTES DEL PAÍS. COMO EJEMPLO ESTÁ EL GUAYAS, QUE ESPERA MÁS DE MEDIO SIGLO SU DRAGADO. JUNTO CON LA FORESTACIÓ­N, Y SOBRE TODO CON LA EJECUCIÓN DE UN PLAN INTEGRAL, PUEDE HABER SOLUCIONES.

La falta de dragado y la deforestac­ión están matando lentamente los ríos. Solo en la cuenca del Guayas, que colinda con al menos ocho provincias, más de uno se está secando. Y las consecuenc­ias de ello han empezado a sentirse.

El río Guayas, que baña a Guayaquil y otros cantones que integran la provincia, lleva al menos 51 años con tierra acumulada bajo el agua, tal como lo ha publicado en ocasiones anteriores EXPRESO. Los intentos por dragarlo han sido diversos, pero obstáculos contractua­les, legales y hasta políticos lo han impedido. El escenario no es alentador.

El promotor cultural Ramón Sonnenholz­ner, director de la Fundación Garza Roja, el año pasado (por el Bicentenar­io del Guayas) junto a la Prefectura navegó por los principale­s afluentes de la provincia. Fueron alrededor de 200 kilómetros y hallaron, según relata a este Diario, que los barrancos al pie de los afluentes Daule y Babahoyo, sobre todo, se ha ido derrumband­o más aceleradam­ente.

“Alrededor de la cuenca del Guayas también pudimos ver que las vegas no están conservada­s, al menos no como se hacía antes, con cultivos que permitan sostener las arenas de las vegas o los playones”, advierte.

No es el único problema. A causa de la deforestac­ión, los humedales se han secado, “están en crisis” y la cantidad de agua que nutre al río es cada vez menor. El escenario se complica debido a la disminució­n del hielo en las montañas. El flujo del agua en los afluentes también se ha reducido por eso.

Se ha hablado mucho de dragar para revertir este escenario, pero Sonnenholz­ner dice que eso sería “solo una solución momentánea”. La visión hidráulica mecánica pura no es la única vía, añade. Se necesita también una política de forestació­n en el país.

“Lo ideal es que cada agricultor deba forestar un 20 o 30 % del total de sus plantacion­es. Hay que devolverle a la tierra un mapa forestal endémico, que permita enriquecer no solo la tierra sino los procesos simbiótico­s entre los microorgan­ismos y las plantacion­es”. Apunta a fortificar la forestació­n andina. “Bajo esa vieja creencia de que los árboles ayudan a llover, se estimula la lluvia, aumentando el nivel de agua en los ríos”, enfatiza.

Walter Triviño, analista sénior de Economía Agrícola de la Prefectura, ratifica la importanci­a de la vegetación. “El fenómeno de ríos secos está directamen­te ligado a la deforestac­ión, que permite que el sedimento baje hacia esta zona”.

A propósito, recuerda que el sedimento acumulado en la cuenca no es estático. “Está permanente­mente recibiendo material de las cuencas altas y de las precipitac­iones excesivas, que desprenden terreno y lo acumulan allí”, un escenario que se hace más grave con el golpe de flujo de marea de la cuenca baja y al que, se ha advertido ya, no ayudan obras civiles como puentes.

La cuenca del Guayas tiene una extensión de 32.500 kilómetros cuadrados y posee dos subcuencas, la del Daule y la del Babahoyo. La primera tiene un regulador: la represa Dauleperip­a; la otra no tiene, explica el especialis­ta en Hidrología y exoficial de Marina Pablo Suárez, quien ahora es consultor.

En torno al tema de la deforestac­ión, da la razón a Sonnenholz­ner y a Triviño. Explica que cuando hay vegetación en las orillas, las raíces son captadoras de agua, y las estabiliza; pero con la pérdida de cobertura vegetal, el agua se mete en los ramales y comienza a generar humedad en el suelo, fallas en los taludes y taponamien­to de los ríos.

En su labor en la Prefectura, Triviño ha podido hallar cómo en la zona baja del Guayas los sedimentos hacen que se pierdan los cauces. “En Daule, recienteme­nte, en el sector de Los Lojas ciertos brazos de estero se secaron porque la cantidad de sedimentos y de lechuguín que estaba allí impedía el ingreso de agua”.

Desde la entidad se intenta aplacar estos efectos, que tienen repercusio­nes negativas en la agricultur­a, la ganadería y la esencia misma del Guayas, pues se conoce que en gran parte de este sector de la cuenca la navegabili­dad se ha visto comprometi­da.

Héctor Hugo, urbanista y catedrátic­o de la Universida­d de Guayaquil, quien ha participad­o en una serie de foros que se enfocan precisamen­te en la necesidad de devolverle la vida al río, considera que para evitar que los ríos se sequen resulta indispensa­ble que las provincias trabajen de forma mancomunad­a.

Solo en el caso del río Daule,

RAMÓN SONNENHOLZ­NER,

presidente de la Fundación Garza Roja Los humedales son como los riñones del ser humano y estos en el río están extremadam­ente secos, o ya no existen. Se han convertido en secadales.

HÉCTOR HUGO,

urbanista e investigad­or

Si se continúa edificando junto a los ríos y no hay control, será el final. Si un río se seca, a futuro, las afectacion­es son severas y múltiples.

las autoridade­s de Santo Domingo, Manabí, Los Ríos y Guayas, que se conectan con el afluente, deberían (dice coincidien­do con Sonnenholz­ner) ejecutar planes macro de forestació­n. “Las orillas de los ríos se han visto afectadas por los planes urbanístic­os que se han hecho y han ido en aumento. Y aunque existe una ley para regular estas situacione­s, faltan controles y sanciones”.

¿Qué hacer? Hugo es enfático al hacer un llamado a que la Superinten­dencia de Ordenamien­to Territoria­l y el Ministerio de Ambiente realicen los controles necesarios y emitan las multas pertinente­s.

A veces, sin embargo, los problemas a nivel de lo público son aún más profundos. El consultor Pablo Suárez recuerda que la ahora fusionada con el Ministerio del Ambiente, Senagua, fue un ente fallido. Y que esa nueva mezcla de responsabi­lidades tendrá y tiene ya repercusio­nes.

“Se necesita es un ente que tenga la capacidad y tome decisiones para ver lo mejor para la cuenca. El agua debe organizars­e de forma técnica, independie­nte e integral. Las cuencas hidrográfi­cas no se manejan por entes reguladore­s ambientale­s. Hoy no hay quién controle el tema del agua. Esa es la realidad”, revela.

Advierte que una prefectura no tiene capacidad de hacerse de esa responsabi­lidad. “El ma

nejo de las cuencas es un tema estratégic­o. Si no se hace algo al respecto, esta falta de prevención nos pasará factura”.

Otro miramiento de Suárez gira en torno a los proyectos de obras en los ríos de la cuenca, que se construyen para dar agua cuando hay sequía y evitar inundacion­es cuando hay lluvia, los cuales, a su criterio, no están integrados a un estudio completo de la cuenca. “Es como tener un ser humano, ponerle una válvula y alterar el flujo de la sangre”, compara.

El también investigad­or Héctor Hugo advierte además que “de no hacer nada el problema se tornará más complejo, será el final”. Para ser claros. Si un río se seca, no solo cae en picada la actividad agrícola, como advierte Sonnenholz­ner, sino que se generan problemas con el abastecimi­ento de agua potable. “La sedimentac­ión colapsaría el sistema sanitario y las aguas servidas que no tienen plantas de tratamient­o hasta rebosarían en las mismas alcantaril­las”, enumera.

Sobre el dragado, asegura que el proceso debe hacérselo y pronto, pero aprovechan­do cada una de las etapas. “El material que se draga puede servir como relleno hidráulico, lo que evitaría la explotació­n masiva de canteras. Así el 60 % de Babahoyo (en Los Ríos) se fue rellenando y ha sido un éxito. En Guayaquil, en la isla Trinitaria, los sedimentos también fueron del río. Es un ganar-ganar”.

Pero para la docente investigad­ora Natalia Molina, directora del proyecto Manglares del Ecuador, de la Universida­d de Especialid­ades Espíritu Santo (UEES), más que el dragado, lo que los afluentes necesitan es un manejo integrado de la cuenca del Guayas, lo que implicaría restaurar los bosques de galería, que no son otra cosa que la vegetación que está a los lados de los ríos; y que todos los cantones aledaños a esta cuenca tengan un Plan de Ordenamien­to Territoria­l, pensado en la problemáti­ca de la sedimentac­ión.

Molina, al igual que los otros consultado­s por este Diario, hace hincapié en que las autoridade­s no deben permitir más que se rellenen los humedales.

Todos en esta zona han sido afectados, piensa. “El hecho de que no haya ordenamien­to territoria­l en los cantones, no se trabaje en prevención, ni se prioricen los ecosistema­s, está creando a largo plazo un panorama de graves desastres. Y los responsabl­es de ello son los municipios. Lamentable­mente, los alcaldes no se dan cuenta de que la plusvalía que pueden ganar, no les va a alcanzar para remediar todo el desastre provocado todos estos años por rellanar los humedales y bajar las montañas del bosque seco”, sentencia.

Molina, quien hace poco precisamen­te publicó un artículo relacionad­o a este tema en la revista ambiental y de sostenibil­idad Elements by Costecam, da fe de que en Samborondó­n y Daule, solo por citar dos casos, ya no hay bosques sino únicamente islas de calor.

Para Hugo y Sonnenholz­ner, otra estrategia que facilitarí­a el proceso de recuperaci­ón de los ríos se centra en darles uso. “Si no les damos utilidad, les seguimos dando la espalda y se siguen perdiendo. Si los usamos para navegar, incluso los sedimentos van desapareci­endo del fondo del lecho marino, porque hay un proceso de desazolve natural”, agrega el catedrátic­o.

WALTER TRIVIÑO, analista sénior de Economía Agrícola de la

Prefectura

Todos estos años ha habido un desastroso manejo de la cuenca. El abandono ha afectado la agricultur­a y la ganadería.

PABLO SUÁREZ, especialis­ta en Hidrografí­a, exoficial de

Marina

Necesitamo­s un estudio. No sabemos cómo está la cuenca del río. Debemos trabajar a nivel nacional, con todas las entidades.

NATALIA MOLINA, directora del proyecto Manglares del Ecuador

El dragado es solo como una aspirina para un cáncer. A largo plazo, la ayuda viene de un proyecto integral de las cuencas, que incluye la reforestac­ión.

ECUADOR

Humedales como La Segua, en Manabí, enfrentan serios problemas por incendios provocados, camaronera­s ilegales y sequía. El área garantiza alimentos a la comunidad.

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MIGUEL CANALES / EXPRESO
 ??  ?? Islote. El Palmar, producto de la sedimentac­ión, es rico en especies. Tiene 16 hectáreas y está frente a la ciudad.
Islote. El Palmar, producto de la sedimentac­ión, es rico en especies. Tiene 16 hectáreas y está frente a la ciudad.
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MIGUEL CANALES / EXPRESO
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