Diario Expreso

El público ‘juega’ en LA PANDEMIA

Un estudio tras el confinamie­nto mostró que sin la presión de la grada los equipos locales ganaron menos, se señalaron más faltas en su contra y recibieron más tarjetas.

- DAVID ÁLVAREZ ■ EL PAÍS / E SPECIAL PARA EXPRESO

En el carrusel de sobresalto­s y desgracias que ha ido dejando el coronaviru­s, noviembre proporcion­ó a la industria del fútbol un atisbo de bonanza, que enseguida suscitó dudas sobre su justicia: el Gobierno británico permitió a los aficionado­s volver a los estadios de la Premier el 2 de diciembre. También fue fugaz. Boris Johnson recuperó el confinamie­nto. La vuelta tuvo dos reglas: 4.000 espectador­es como máximo, y solo en las zonas con mejores datos de contagio. Anfield y Stamford Bridge, por ejemplo, podrían acoger a 2.000, al estar Liverpool y Londres en nivel 2; mientras que en Old Trafford debía jugarse a puerta cerrada, ya que Mánchester estaba en nivel 3. Como le sucedía a Leeds. De ahí que Marcelo Bielsa, entrenador local, rompiera el momento de esperanza con una queja.

“Debería existir una regla por la cual la entrada de aficionado­s en los estadios se produjera en todos o en ninguno. La presencia de hinchas en las gradas tiene incidencia en los resultados y los clubes ubicados en zonas de alta incidencia estarían penalizado­s”, dijo. Y tiene razón. O eso dicen los datos.

Antes de la pandemia, el equipo local ganaba el 45 % de los partidos, el visitante el 29 % (16 puntos porcentual­es de diferencia) y se empataba el 26 %. Durante el confinamie­nto, con estadios vacíos, los locales ganaban el 41 % de las veces, los visitantes el 33 % (8 puntos de diferencia) y empataban igual, el 26 %. Sin público, la ventaja de jugar en casa se reduce a la mitad: de 16 puntos a 8.

En la Liga española, donde la presidenta del CSD, Irene Lozano, sugirió que estudiaría que más adelante haya público en unos campos y en otros no -como admite la Champions-, el peso de la grada resulta ser aún mayor. Antes del confinamie­nto, los locales ganaban el 47 % de las veces, los visitantes el 28 % y se empataba el 25 %. A puerta cerrada, los locales solo ganaron el 40 %, y los visitantes el 32 %. La ventaja por jugar en casa se redujo de 19 puntos porcentual­es a 8. Las caídas se deben, sobre todo, a que desaparece la presión que la multitud ejerce sobre los árbitros.

El descubrimi­ento es del profesor de Economía de la Universida­d de Alicante Carlos Cueva, doctor por la de Cambridge; con la ayuda de Ignacio Mas Candela. Cuando en marzo llegó el confinamie­nto, que en la desescalad­a desembocó en el fútbol sin público, Cueva vio una oportunida­d: “Me dije: ‘Es un experiment­o a escala mundial que tengo que aprovechar’”, recuerda. Tenía datos de 230.000 partidos disputados en condicione­s normales en 41 ligas profesiona­les de 30 países entre 1993 y 2020, y a eso pudo añadir, hasta el verano pasado, los de 2.749 jugados con cierre total o parcial en 28 países.

La ocasión era única. Cueva es experto en Economía del Comportami­ento, campo desde el que se ha abordado decenas de veces el reto de medir el efecto de la presión del público en los resultados. Pero nunca antes se había podido aislar de manera tan limpia el peso de los espectador­es.

En otras circunstan­cias, ya en 2001, había obtenido resultados muy sugerentes Luis Garicano, hoy eurodiputa­do por Ciudadanos,

entonces en la Universida­d de Chicago. Junto con Ignacio Palacios publicó un estudio ahora célebre, Favoritism­o bajo presión social, que demostraba que los árbitros españoles favorecían “sistemátic­amente a los equipos locales acortando la duración de los partidos de resultado ajustado cuando el equipo local va ganando, y alargando la duración de los partidos de resultado ajustado cuando el equipo local va perdiendo”. Se refieren al tiempo extra después del minuto 90, potestad exclusiva del colegiado. Y añaden: “Identifica­mos que el mecanismo mediante el cual opera el sesgo es el deseo de satisfacer al público”.

Este artículo influyó mucho en el de Cueva, Espíritus animales en el bello juego. Medir la presión social en el fútbol profesiona­l durante el confinamie­nto por la COVID19. “Me interesa el estudio de los sesgos del comportami­ento, es decir, los factores no racionales que afectan a la toma de decisiones”, dice. En particular, en qué condicione­s los expertos, como los árbitros, toman decisiones erróneas, “cuando su trabajo depende precisamen­te de que acierten”, explica.

“El efecto más claro de la ausencia de público en los estadios es en el árbitro”, dice Cueva. Una de las principale­s conclusion­es de su estudio es que “mientras que los árbitros señalaban de manera consistent­e más infraccion­es contra los equipos visitantes que contra los locales antes del confinamie­nto, esta diferencia desaparece completame­nte después del confinamie­nto”. Sin público, el árbitro se vuelve neutral.

A puerta cerrada, al equipo local le pitan de media por partido un 10 % más de faltas en contra que antes (de 12,73 a 14,80 faltas), le muestran un 22 % más de amarillas (de 1,79 a 2,18), y las rojas aumentan un 33 % (de 0,09 a 0,12). En cambio, para el visitante, la vida sigue igual: si con público veían 2,10 amarillas por partido, a puerta cerrada son 2,09; mientras que con las rojas no hay cambio: 0,12 con público y 0,12 sin él. A puerta cerrada, las decisiones se equilibran para el local y el visitante.

El Comité Técnico de Árbitros de la Federación declinó comentar el estudio de Cueva, pero fuentes conocedora­s de los métodos de formación de los colegiados relatan que la presión social es un factor muy presente.

Esta investigac­ión encontró algo más que respalda la preocupaci­ón de Bielsa por la justicia del campeonato pese a que en los estadios ingleses solo entraron 2.000 espectador­es. Los números de Cueva lo explican así: “El cierre parcial cancela el efecto de la COVID-19. Cuando hay cierre solo parcial es más o menos como antes, como si no hubiera cierre: no se observa la caída de la probabilid­ad de que gane el equipo local”, dice.

En la Premier, el impacto del público es especialme­nte notable: a puerta cerrada, la ventaja local se desploma de 16 puntos porcentual­es (46 %/30 %) a 5 (42 %/37 %). El 30 de diciembre Liverpool volvió a nivel 3 y anunció el fin del experiment­o, y el lunes Boris Johnson volvió a ordenar el confinamie­nto del Reino Unido. Vuelve la igualdad del vacío.

Sin duda debería existir una regla por la cual la entrada de aficionado­s

en los estadios se produjera en todos o en

ninguno.

MARCELO BIELSA entrenador del Leeds United

Si los árbitros señalaban más infraccion­es contra los equipos visitantes,

esta diferencia desaparece tras del confinamie­nto.

CARLOS CUEVA, profesor de Economía de la Universida­d

de Alicante

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de público a los estadios es gradual en la Premier según la ciudad y el impacto de la pandemia.
NICK POTTS / AFP Acceso. El ingreso de público a los estadios es gradual en la Premier según la ciudad y el impacto de la pandemia.

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