Diario Expreso

Las vacunas llegan envueltas en un velo de confidenci­alidad

El Gobierno se niega a hablar del acuerdo con las farmacéuti­cas

- CRISTINA BAZÁN SALCEDO bazanc@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Los acuerdos de confidenci­alidad rodean la compra de vacunas, y en Ecuador, ni el ministro de Salud, Carlos Zevallos, quiere hablar del costo de cada una de las primeras 86.000 dosis amparado en esos mismos argumentos que esgrimen los demás gobiernos del mundo, por los contratos firmados con las farmacéuti­cas. El secretismo envuelve así a unas adquisicio­nes que empiezan a llegar al país en esta semana, en medio de la expectativ­a de quiénes serán los primeros inmunizado­s, porque estas no alcanzan.

EL DATO

Patentes. Especialis­tas de la rama médica aseguran que es importante que se transparen­ten las condicione­s y los contratos con las farmacéuti­cas.

El país cerró el 2020 con la noticia de que el Gobierno había desembolsa­do a Pfizer 4 millones de dólares por el pago de 50.000 dosis de la vacuna para combatir la COVID-19 y como parte de un adelanto de otras 4 millones de dosis más que llegarán a finales de marzo. Sin embargo, el ministro Juan Carlos Zevallos señaló que no podía dar más detalles ni transparen­tar en cuánto había adquirido el país cada dosis por políticas de confidenci­alidad.

Por estas mismas políticas, el país desconoce los términos del acuerdo, cómo y qué se negocia con Moderna, Jhonson & Jhonson, Astrazenec­a y otras farmacéuti­cas y bajo qué condicione­s Pfizer accedió a darle a Ecuador 36.000 vacunas más pese a que, según Zevallos, el camino para conseguir eso estaba lleno de trabas debido a “una demanda brutal” que hay a nivel mundial. Se espera que las primeras 86.000 dosis empiecen a llegar esta semana.

Pero este manto lleno de secretismo no solo envuelve a las negociacio­nes que realiza Ecuador, que el año pasado quiso abanderar la transparen­cia tras la aparición de casos de corrupción en el sistema de salud en varios países de América Latina y Europa, gremios de médicos y organizaci­ones de la sociedad civil han reclamado por la falta de apertura para conocer el contenido de estos contratos e instado a las autoridade­s a que los hagan públicos.

“El país no ha conocido de manera transparen­te, como debería hacerse, cuáles han sido las negociacio­nes que se han hecho con las transnacio­nales. ¿Por qué se escoge una vacuna y no otra? Eso debió ser público”, dijo el martes pasado Carolina Corcho, de la Federación Médica colombiana.

En México, Médicos sin Fronteras y Amnistía Internacio­nal también han reclamado transparen­cia a la administra­ción de Andrés Manuel López Obrador tras conocer que clasificó los acuerdos con las farmacéuti­cas. “Sin una acción decisiva de los gobiernos exigiendo más transparen­cia a las empresas, el acceso equitativo a las vacunas COVID-19 está en peligro. La opinión pública tiene derecho a saber qué hay en estos acuerdos: no hay lugar para los secretos durante una pandemia, hay demasiado en juego”, dijo Miriam Alía, de Médicos Sin Fronteras (MSF), en un comunicado difundido en noviembre.

Pero esta práctica no es nueva. La epidemiólo­ga Andrea Gómez explica que esta clase de acuerdos de confidenci­alidad no solo se ha hecho con las vacunas, sino con todo “tipo de medicament­os que uno se pueda imaginar” y que son un requisito fundamenta­l que han puesto las farmacéuti­cas a los países para que puedan entrar en las listas de espera.

El principal problema, señala, es que esto ha provocado que determinad­os países puedan darse el lujo de ofrecer cosas que otros no pueden, con el objetivo de acaparar la mayor cantidad de vacunas.

Para Rodrigo Henríquez, docente investigad­or de la Universida­d de las Américas, un mecanismo que ha servido para frenar este tipo de prácticas es la creación de bancos de precios entre países o la formación de grupos o alianzas para hacer compras en bloque. Un ejemplo de ello es la iniciativa Covax, en la que también se ha embarcado Ecuador.

“La idea es hacer un frente común para negociar con la industria en mejores condicione­s. Lamentable­mente muchos países han optado por negociar de forma independie­nte”, señala.

“La OMS ya ha lanzado una crítica en la que llama a los países desarrolla­dos a dejar de negociar individual­mente porque

eso afecta a las posibilida­des de los países más pobres para acceder a vacunas y que haya mejores precios”, precisa.

Ambos especialis­tas mencionan que es importante que se transparen­ten las condicione­s y los contratos, ya que eso impediría que las empresas pongan sobre la mesa condicione­s que muchos gobiernos no pueden cumplir. “Hay países, como Perú, que han tenido que retrasar las negociacio­nes porque

al parecer se estaban exigiendo algunas cláusulas con las que el Gobierno no estaba de acuerdo. Y eso de alguna manera los va poniendo en la cola o se va posponiend­o el acceso de esos países a la vacuna”, explica Henríquez.

La ministra de Relaciones Exteriores de Perú dijo que en el gobierno del expresiden­te Martín Vizcarra se firmó un preacuerdo que tenía cláusulas que “requerían un examen más profundo para identifica­r su compatibil­idad con las leyes peruanas y los alcances que pueda asumir el Estado más allá de los costos del contrato”.

Pero hay más ejemplos. En octubre del año pasado, el Financial Times publicó que, como parte de un acuerdo de producción de vacunas entre Astrazenec­a y una institució­n de salud pública brasileña, la compañía se había otorgado “el poder de declarar el fin de la pandemia a partir de julio de 2021”, con el fin de, a partir de esa fecha, cobrar más por cada dosis de vacuna.

“Israel está negociando, incluso, cláusulas como que la empresa tenga acceso a datos como edad, sexo y si el paciente tiene una enfermedad cardíaca para desarrolla­r otro tipo de investigac­iones en el país y eso le da ventaja”, cuenta la doctora Gómez.

Los pocos detalles que se saben de las negociacio­nes y precios a nivel mundial han salido a la luz por filtracion­es o “errores” de funcionari­os que han tenido acceso a ellos.

Ese fue el caso de la ministra belga de Presupuest­os, Eva De Bleeker, quien en diciembre colgó por error en Twitter una lista confidenci­al de los precios de las vacunas que la Comisión Europea estaba negociando.

Según esa lista, el precio de la vacuna de Astrazenec­a-oxford sería de 1,99 dólares, la de Johnson & Johnson costaría 8,50 dólares y la de Sanofi-gsk estaría a 8,44 dólares. Las más caras serían la de Pfizer ($13,40) y la de Moderna ($18).

“La transparen­cia le permitiría a los gobiernos escoger. Si me dicen que tengo dos vacunas de eficacia similar, a mí me interesarí­a conocer cuál es el precio real porque quiero optimizar recursos. Si es que yo puedo comprar una vacuna que con la misma cantidad de dinero me va a permitir vacunar a más personas para obtener el mismo beneficio, esa es la mejor decisión”, asegura Henríquez.

El doctor señala que muy pronto países como Ecuador deberán dar detalles de esos acuerdos, pues la “legislació­n de transparen­cia para el uso de recursos públicos” lo obliga.

EL DETALLE

Precio. Zevallos dijo el viernes que las vacunas de Pfizer están “entre 15 y 25 dólares” cada una y que aunque el contrato es confidenci­al, están abiertos al control de Contralorí­a.

 ?? PRESIDENCI­A DE ARGENTINA / EFE ?? Blindaje. El Gobierno argentino recibió el pasado sábado la segunda remesa de la vacuna rusa Sputnik-v, cuyo contrato incluye acuerdos de confidenci­alidad protegidos por una ley.
PRESIDENCI­A DE ARGENTINA / EFE Blindaje. El Gobierno argentino recibió el pasado sábado la segunda remesa de la vacuna rusa Sputnik-v, cuyo contrato incluye acuerdos de confidenci­alidad protegidos por una ley.

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