Diario Expreso

ALQUILAR CASA, actividad de riesgo

Propietari­os e inquilinos se ven las caras en un mercado más difícil, donde preocupan los impagos de la renta o el desahucio

- SANDRA LÓPEZ LETÓN EL PAÍS ■ ESPECIAL PARA EXPRESO

Con un nudo en la garganta han comenzado el año muchos propietari­os e inquilinos. A las preocupaci­ones habituales que conlleva cualquier alquiler, se suman ahora nuevos miedos por las regulacion­es y medidas adoptadas con motivo de la pandemia y, sobre todo, por la mala situación económica que viven muchas familias.

El mayor desasosieg­o de los propietari­os son los retrasos y los impagos de la renta. “Es la mayor preocupaci­ón del arrendador, tanto más con las medidas de suspensión de desahucios para arrendatar­ios en situación de vulnerabil­idad”, anota Tomás Felipe de Pedraza, abogado de Legalitas. En muchos casos, no les quedará más remedio que aceptar una reducción de la renta o el pago aplazado que le proponga el inquilino, opina Sara Arranz, directora comercial de Treshabita­t, empresa inmobiliar­ia del grupo Tecnotrami­t.

De no llegar a un acuerdo, a los propietari­os les inquieta saber si podrán desahuciar a su inquilino. Si acredita encontrars­e en situación de vulnerabil­idad económica la respuesta es negativa. “El arrendatar­io podrá pedir la suspensión del proceso hasta, por lo pronto, el 9 de mayo de 2021 (fin del actual estado de alarma) si demuestra estar en situación de vulnerabil­idad y no tener alternativ­a habitacion­al, cosa que será más que frecuente dada la actual situación”, explica Eduardo Fígares, letrado del bufete Abogados para Todos. Si no hay situación de vulnerabil­idad, el casero sí puede emprender acciones legales. Aunque más vale que se arme de paciencia, porque “la situación de cierto colapso que atraviesan muchos juzgados por la COVID19 puede demorar bastante la devolución de la posesión del piso al propietari­o y, lo más probable, es que resulte muy difícil cobrar las rentas adeudadas”, indica Salvador Salcedo, abogado del despacho Ático Jurídico. El proceso se prolongará entre 6 y 12 meses debido a los retrasos en el sistema judicial por la pandemia, añade Fígares.

Los propietari­os que buscan arrendar sus casas en este momento persiguen solvencia. “Algunos arrendador­es buscan un perfil económico estable para reducir los riesgos de impago de alquiler como consecuenc­ia de un despido o un ERTE del inquilino”, indica Salcedo. Y, por si acaso, se blindan con seguros de impago, que cubren de 6 a 12 mensualida­des de renta y la defensa jurídica. Otras opciones a las que están recurriend­o los caseros son los avales bancarios y los fiadores personales, según De Pedraza.

El problema es que en algunas ocasiones -por suerte, no es algo generaliza­do en el mercado- los propietari­os se exceden, sobre todo cuando se trata de personas con nóminas muy bajas. En Proviviend­a denuncian que algunos exigen “avales bancarios, cuatro mensualida­des en metálico [prohibido por la LAU] y que varias personas firmen el contrato para responder ante impagos. Hablamos de inmigrante­s y gente que no gana más de 800 euros al mes”, explica Natalia Palomar, responsabl­e del Área de Incidencia Jurídica de Proviviend­a. Coinciden en CECU Madrid en que, en ocasiones, “se exigen avales o garantías desproporc­ionados a operacione­s de cierta sencillez o de rentas no especialme­nte elevadas”, explica la portavoz Itziar Marín.

Legalmente, el arrendador solo puede exigir dos mensualida­des de renta en concepto de garantía adicional, además de la mensualida­d correspond­iente a la fianza legal. Sin embargo, considera que estos importes son insuficien­tes para cubrir posibles impagos y desperfect­os, tanto más si el piso se alquila amueblado. “Cada vez son más los inquilinos que dejan las viviendas en pésimo estado y los arrendador­es tienen que hacer frente a la reforma y, en muchos casos, al pago de suministro­s pendientes”, afirma Arranz.

La intención del Gobierno de limitar el precio máximo de los alquileres en los próximos meses está generando preocupaci­ón. “La mayoría son pequeños ahorradore­s que invirtiero­n en vivienda y necesitan rentabiliz­arla para atender los pagos del préstamo que solicitaro­n para comprarla”, argumenta Salcedo. Los que se plantean vender su vivienda por este motivo, deben tener en cuenta que los contratos o prórrogas que terminen antes del 31 de enero de 2021 podrán gozar, si lo solicita el arrendatar­io, de una prórroga extraordin­aria de un máximo de seis meses. “Puede suponer un problema para los arrendador­es que pensaban vender la vivienda antes de que comiencen a bajar los precios”, señala Pelayo de Salvador Morell, del despacho de abogados inmobiliar­ios Desalvador.

A los inquilinos no poder pagar la renta también les quita el sueño. “Es el principal quebradero de cabeza, ya que la situación económica está incrementa­ndo exponencia­lmente el número de hogares a los que les resulta muy difícil o imposible llegar a final de mes”, señalan en OCU. Por eso, están muy atentos a las rebajas en el precio de los alquileres: Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Sevilla y Málaga han registrado caídas históricas en 2020, según Idealista.

UN PROBLEMA

El problema económico que pasan muchas familias por la pandemia, les hace difícil pagar los arriendos de las casas. Ese es el riego de quienes alquilan sus hogares.

LAS REPARACION­ES, UN CALVARIO PARA INQUILINOS

Las reparacion­es y reformas son el calvario de todo inquilino, aunque también de todo propietari­o. Estos últimos, sobre todo los que tienen una peor situación económica por la pandemia, están dejando de reparar y mantener sus viviendas, algo a lo que les obliga la LAU. “Hay muchas viviendas alquiladas en estado de conservaci­ón muy deplorable y los inquilinos tienen que ocuparse del mantenimie­nto o verse obligados a cambiar de vivienda”, señala Sara Arranz, de Treshabita­t. Que el casero quiera vender la vivienda es otro dolor de cabeza, aunque “el nuevo propietari­o debe mantener el contrato en las mismas condicione­s”, añade Arranz. ¿Y si fallece? “Si el difunto casero actuaba como propietari­o, los términos fijados en el contrato se mantienen. Si era el usufructua­rio de la vivienda, serán los nuevos dueños quienes decidan si el contrato del inquilino se extingue, se mantiene en sus términos o se fijan unos nuevos”, señala Palacio. El alquiler compartido es un problema en tiempos de COVID. Hay miedo entre los inquilinos a arrendar cuando se queda una habitación vacía. “Una posible solución sería exigir al potencial inquilino una prueba serológica o un test PCR”, dice el letrado de Ático Jurídico.

La mayoría son pequeños ahorradore­s que invirtiero­n en vivienda y necesitan rentabiliz­arla para atender los pagos del préstamo que solicitaro­n para comprarla”.

SALVADOR SALCEDO abogado del despacho Ático Jurídico

Cada vez son más los inquilinos que dejan las viviendas en pésimo estado y los arrendador­es tienen que hacer frente a la reforma” .

SARA ARRANZ directora comercial inmobiliar­ia del grupo Tecnotrami­t

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EL PAÍS Dilema. La crisis económica de muchos hogares por esta pandemia complica el alquiler.

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