Barcelona en Manta, un amor a escondidas
Un grupo de aficionados sorteó varios obstáculos para mirar, aunque sea desde lejos, la pretemporada del equipo torero
La COVID-19 vino a cambiar todo. En enero de 2020, los hinchas de Los Bajos y otros recintos que están cerca del complejo de Galácticos, en el sector de Montecristi, vivieron una verdadera fiesta con Barcelona tan cerca.
Ellos miraron cómo entrenaban sus jugadores favoritos, les cantaron y hasta se tomaron fotos. Un año después, todo eso está prohibido por culpa de la pandemia.
Pero el amor al club puede vencer todo obstáculo e incluso llevar a romper las reglas. Ayer, unos 12 hinchas de Barcelona se las arreglaron para ver a sus ídolos. Claro, como el acercamiento está prohibido, se metieron por un cruce, un camino lleno de lodo y piedras. Esquivando alambres de púas y otros pequeños peligros, además de superar unas pequeñas elevaciones, llegaron hasta el borde de la cancha.
Y allí recrearon un pedacito de la tribuna. José Cedeño, quien dijo que era líder de la barra amarilla de Bajo de la Palma, dio el paso para el cántico de “cómo no te voy a querer”.
Seguro que en la cancha no lo escucharon, pues los separaban unos 300 metros. Pero eso no importó, siguieron cantando.
Víctor Cabeza, otro hincha, animó con fervor, pero a la vez admitió sentir pena porque no podía tomarse una foto con Bruno Piñatares.
A la zona también llegaron hinchas como Byron Mercantil, Robert Merchán, Jair e Ítalo Araque. Ellos trataron de identificar a los nuevos jugadores amarillos, pero estaban lejos.
“El año pasado había policías, pero ahora no. Lo ‘turro’ es que no podemos acercarnos, pero son las reglas de ahora. Igual vamos a seguir viniendo a apoyar al ídolo”, se lamentó Robert Merchán.
Llegaron sudados. Habían pedaleado media hora por un camino alterno. Ellos tenían la esperanza de llevarse algunos recuerdos. Bryan Quijije, de 19 años y de profesión barbero, quería una fotografía con Damián Díaz; mientras que Jesús Lucas, también de 19 años, soñó con un selfi junto a Byron Castillo. Y aunque no lo consiguieron, se fueron felices por alentar desde lejos al Ídolo.